viernes, 29 de noviembre de 2013

Vengan (si total, no hace frío)

Es la última vez que les doy la tabarra aquí con esto. Palabra. Pero háganme caso. Vengan al mercadillo navideño de la Asociación Española Contra el Cáncer, en Zaragoza. No voy a darles el sermón. Les voy a dejar con el doctor Marcos Gómez, una persona que vive instalada en uno de los extremos de la vida, el extremo final,"en contacto constante con el dolor, el sufrimiento, la decrepitud y la muerte". Por fuerza tiene que saber más que usted y que yo. "Es mucho lo que aprendemos del proceso de morir antes de que ocupar esa cama", dice el doctor Gómez, y lo demuestra en este discurso. Sean lo que sean, piensen lo que piensen, tengan la edad que tengan, les interesa escucharlo. Si no tienen los diez minutos, pónganlo a partir del minuto cinco. Y no se pierdan lo que dice a partir del 8:45. Si no se les ponen los pelos de punta es que no tienen corazón, o pelos.
Y luego vengan a la plaza de Los Sitios, a comprar un librito, o a llevarse una dedicatoria de David Lozano o de Ana Alcolea, o a que les abrace Pupi, o a agenciarse un adorno navideño, un mantel, un centro, un juguete, un sobao pasiego de los que cimientan un estómago... Pasen a decirme hola, a tomarse un caldo o un chocolate caliente, a conseguir el número que saldrá premiado en la Lotería, a llevar al chico a hacerse una foto junto al rey mago, a hacer lo que hay que hacer.
¡Nos vemos!

Mercadillo navideño AECC
Del 29 de noviembre al 9 de diciembre. De once a dos y de cinco a nueve.
Plaza de Los Sitios. Zaragoza
Todos los fondos obtenidos se destinarán a la investigación contra el cáncer.

Imagen de Édouard Boubat.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Al compás del marro

¿Y esta mujer, que se va unos días a Miami a visitar colegios y a la Feria del Libro y no cuenta nada a la vuelta? ¿Qué clase de escritora es?
Una escritora que ha sido muy feliz, y una escritora muy ocupada.
De Miami tengo tanto que contar que voy a escribir un libro. Y si tengo tiempo, dentro de dos semanas, algún post. Pero ahora mismo, vivo sin vivir en mí, y es tanto trabajo el que adeudo que si muero no será que muero; si muero es porque me matan.
Señor juez, le aviso. Si desaparece el disco duro de mi ordenador y aparece mi cuerpo más que duro, rígido e inerte, habrán sido aquellas ante quienes soy deudora: las editoras.
En la imagen, de Lewis Hine: yo (ya ven lo joven que sigo pese a mi cumpleaños), que ni me vuelvo para la foto por no interrumpir el trabajo. Ya sigo.

jueves, 21 de noviembre de 2013

El Cumpleaños

"Nadie puede saber cuál será su último cumpleaños y, por lo tanto, es imposible pensar en qué podría pedir como regalo para ese día señalado. Probablemente muchos firmarían también los deseos de Astrid Lindgren en el último cumpleaños que vivió. Fue breve y concisa: "paz en el mundo y bonitos vestidos"."
Lo cuenta mi querida Marta Gómez Mata en su libro Un mundo de mamás fantásticas.
Nada parece indicar que este vaya a ser mi último cumpleaños, pero es mi cumpleaños, un gran cumpleaños, y hoy deseo lo mismo que la Lindgren: "paz (y justicia) en el mundo y bonitos vestidos".
Me pilla este cumpleaños en Miami, a demasiados kilómetros de quienes hoy me habrían organizado una fiesta sorpresa. Y con el roaming desactivado. No me llamen. Escríbanme. Hoy no pararé hasta encontrar un lugar con wifi y si al entrar aquí veo que siguen castigándome a dieta de comentarios, es probable que me deprima. Se lo ruego. Quién sabe lo sola que me sentiré un día así rodeada de palmeras tropicales, lectores comecroquetas, resplandecientes malls, fornidos patinadores, agregados culturales, piscinas venecianas, camareros solícitos, bailarines de salsa, puros cubanos y cubanos puros, hijos de Julio Iglesias, peligrosos cocodrilos, escritores de feria, rubias recauchutadas, delfines perfectos... (Esta entrada está programada y fue escrita antes de llegar a Miami, lo que explica la sarta de tópicos que acabo de endilgarles. Ya disculparán.)
Déjense caer por los comentarios y felicítenme, porfaplease.
¿Hace falta que repita un año más lo mucho que lo necesito?

En la imagen, Astrid Lindgren, pensando un deseo. Vecino, quiero una foto así, una foto donde las arrugas se vean bonitas y los ojos parezcan bolas de cristal donde ahora ves el pasado, ahora ves el futuro, ahora ves naves de ataque en llamas, etc. 

¡¡Muchas felicidades desde Miami a mi queridísima compañera de cumpleaños Olivia!!

sábado, 16 de noviembre de 2013

Obligaciones

Me voy. Pero antes de agarrar la maleta, les dejo una lista de deberes. En realidad, no lo hago yo. Lo hizo Neil Gaiman, lo tradujo generosamente Ellen Duthie (léanlo íntegro aquí; lo que yo les pongo es un recorte recortado, y además deben conocer ese blog), y lo compartió la fantástica @punsetica. Tomen nota:
Creo que tenemos responsabilidades con respecto al futuro. Responsabilidades y obligaciones hacia los niños, hacia los adultos en los que se convertirán esos niños, hacia el mundo que habitarán.
Creo que tenemos la obligación de leer por placer, en espacios privados y públicos. Si leemos por placer, si otros nos ven leyendo, mostramos a otros que leer es bueno.
Tenemos la obligación de apoyar a las bibliotecas. De usar las bibliotecas, de animar a otros a que usen las bibliotecas, de protestar por el cierre de bibliotecas.
Tenemos la obligación de leer en voz alta a nuestros hijos. Leerles cosas que disfruten. Leerles cuentos que a nosotros nos cansan ya. De poner voces, de hacerlos interesantes y de no dejar de leerles simplemente porque hayan aprendido a leer por sí mismos. De usar los momentos de lectura en voz alta como momentos para estrechar nuestra relación, como momentos cuando no estamos pendientes del móvil, cuando las distracciones del mundo se aparcan.
Tenemos la obligación de usar el lenguaje. De ir más allá: de descubrir qué significan las palabras y cómo usarlas, de comunicarnos con claridad, de expresar justo lo que queremos decir.
Los escritores – especialmente los escritores para niños, pero todos los escritores- tenemos una obligación hacia nuestros lectores; es la obligación de escribir cosas verdaderas. Y aunque debemos contar a nuestros lectores cosas verdaderas y darles armas y armadura y transmitirles la sabiduría que hayamos ido recopilando en nuestra corta estancia sobre este mundo verde, tenemos la obligación de no predicar, de no sermonear, de no introducir a la fuerza por el gaznate de nuestros lectores moralejas y mensajes predigeridos, como los pájaros adultos alimentan a sus bebés con gusanos premasticados; y tenemos la obligación de nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia, escribir nada para niños que no quisiéramos leer nosotros mismos.
Tenemos la obligación de comprender y de reconocer que como escritores para niños estamos haciendo una labor importante, porque si la fastidiamos y escribimos libros aburridos que hacen que los niños salgan espantados de la experiencia lectora, habremos mermado nuestro propio futuro y reducido el suyo.
Todos nosotros – adultos y niños, escritores y lectores- tenemos la obligación de soñar despiertos. Tenemos la obligación de imaginar. Es fácil hacer como si nadie pudiera cambiar nada, como si estuviéramos en un mundo en el que la sociedad es tan enorme que el individuo es menos que nada: un átomo en una pared; un grano de arroz en un arrozal. Pero lo cierto es que los individuos cambian su mundo una y otra vez, los individuos hacen el futuro y lo hacen imaginando que las cosas pueden ser distintas. Echad un vistazo a vuestro alrededor. Parad por un momento y mirar la habitación en la que os encontráis. Voy a señalar algo tan evidente que suele olvidarse. Es esto: todo lo que veis, incluidas las paredes, fue, en algún momento, imaginado. Alguien decidió que era más fácil sentarse en una silla que en el suelo e imagino la silla.
Tenemos la obligación de hacer que las cosas sean bellas. De no dejar el mundo más feo de lo que nos lo encontramos, de no vaciar los océanos, de no dejar nuestros problemas para la siguiente generación. Tenemos la obligación de recoger nuestra basura y nuestro desorden, y de no dejar a nuestros hijos un mundo echado a perder, timado y mutilado.
Tenemos la obligación de decir a nuestros políticos lo que queremos, de votar en contra de políticos de cualquier partido que no entiendan el valor de la lectura en la formación de ciudadanos que valen la pena, que no quieran actuar para preservar y proteger el conocimiento y fomentar la competencia lectora. No es cuestión de política de partido. Es cuestión de humanidad común.
Amén, Mr. Gaiman.
Y añado una obligación: el jueves 21 pásense por aquí. Ese día les cuento algo IMPORTANTÍSIMO. Lo acabo de dejar preparado por si en Miami no tengo tiempo, fuerzas o conexión. ¡No lo olviden!

Sobre la imagen, de Marc Riboud: Lo malo de imágenes como esta es que se convierten en iconos y entonces dejas de sentir el valor que hace falta para plantarse así ante unas armas amartilladas. Pero esa mujer está a un mínimo movimiento de índice de desaparecer de este mundo, y no es su propio índice. Dijo el fotógrafo: "Tuve la impresión de que los soldados le tenían más miedo a la chica que ella a las bayonetas".

jueves, 14 de noviembre de 2013

Gloria

Gloria Fuertes fue una poeta muy famosa. Salía casi todos los días en la televisión. ¡Una poeta en la tele! Fue tan famosa que hasta la imitaban los humoristas. Mucha gente la conoce, o cree conocerla, pero Gloria Fuertes es mucho más que esa figura televisiva. Fue una mujer muy valiente, buena e inteligente que se enfurecía con la injusticia. “Yo no puedo pararme en la flor, / me paro en los hombres que lloran al sol”, decía.
No tuvo una infancia fácil. Como cuenta ella: “A los nueve años me pilló un carro / y a los catorce me pilló la guerra”. También decía: “Tengo un poema aquí dentro / que me duele y no sale”. Pero al final transformó el dolor en poesía, y se esforzó especialmente en hacer reír a los demás. “Reír es como si como / -alimenta más que el lomo.” “Pero el mejor alimento / es que siempre estés contento.”
Aunque escribió libros maravillosos para mayores, como Mujer de verso en pecho, casi toda su obra es para niños: “No es todo hacer una poesía para el pueblo, / sino un pueblo para la poesía, / por eso escribo para el niño / y para el adolescente / que pronto serán el nuevo pueblo decente.”
Además de poeta, fue gorda y niña. No lo digo yo; lo dice ella: “Soy más pacifista que artista / más humanista que feminista. / Soy tímida y no lo parece, / soy poeta y sí lo parece, / soy gorda y sí lo parece, / soy soltera y no lo parece, / soy viuda y sí lo parece, / soy una niña y no lo parece.”
Como este año se cumplen quince años de su muerte, se han editado varios libros sobre ella como Mi primer libro sobre Gloria Fuertes o Gloria Fuertes, poeta para todos. No dejes de leer sus cuentos en verso. Seguro que te ríes, y como decía Gloria: “Quien ríe de día / duerme bien de noche”.

Este texto apareció publicado en Heraldo Escolar el 6 de noviembre de 2013. No es la primera vez que aparece Gloria Fuertes por este blog. Puede que no sea la última. Es lo más parecido a un ídolo que tengo.
En la ilustración, de Esther Gómez Madrid, Gloria.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Back to basics

Vuelvo de mi primera semana de gira de la Croquetas World Tour. Regreso con la espalda rota pero feliz de mi paso por salones de actos almerienses, bibliotecas de institutos granadinos, aulas multiusos malagueñas y voy directa al espectacular auditorio de eTopia (léase i-topia, con la i de todas las cosas modernas: e-book, e-learning, e-lusión porque "la originalidad es solo una ilusión de nuestra vanidad"), en Zaragoza.
En muchos de los centros escolares que visito, los micrófonos, si los hay, no funcionan. Por eso, y porque tengo una voz por la que un cazasubastas no daría ni un centavo, llevo mi propio cutremicrófono portátil. En eTopia no. En eTopia un técnico te coloca un micrófono de diadema y no hace falta ni soplar ni dar golpes ni decir "probando probando". ETopia es el nuevo Centro de Arte y Tecnología de Zaragoza. ETopia se presenta diciendo "Hola, soy Mañana". En eTopia nos juntamos tres premios Gran Angular —David Lozano que-esta-semana-presenta-nueva-novela-no-se-la-pierdan, Fernando Marías y servidora— para hablar de literatura juvenil transmedia. Si no quieres etiqueta, etiqueta y media.
Igual porque estamos en un sitio tan tecnológico, parte del auditorio parece asumir que transmedia es añadir cositas en internet a tu novela o publicar tu novela en formato electrónico. Quienes lo asumen no son además los más jóvenes. Lo más jóvenes del público toman notas con papel y boli, dieron mil ideas en un taller previo sobre "Nueva cocina narrativa" y no sienten que haya dos bandos.
Me acuerdo entonces de ese salón con aire de matadero chungo de un colegio malagueño, y de la calidez que se creó al colgar decenas de murales de cartulina con collages hechos a partir de la lectura de Croquetas y wasaps, y pienso que el transmedia no siempre está en la tecnología. A veces está en la pretecnología. Y otras veces está en algo tan primitivo como la palabra. Porque transmedia es asumir que para contar una historia tienes mucho más que un formato Word.
De todas las tonterías que digo y hago en esta nueva gira, lo que más me gusta, lo que aún me asombra, es lo que sucede cuando, si se tercia, leo un texto. A veces saco un papel, otras un libro, otras lo leo desde la pantalla de mi teléfono, o desde el iPad. Se crea entonces un silencio majestuoso, un silencio casi mágico. Y no es el iPad, ni el teléfono, porque sucede igual cuando leo desde un folio. Es ese soporte primitivo, el soporte cutre de mi voz, en conjunto con los dos soportes de pendientes y cera que adornan los laterales de los adolescentes que me escuchan; son esas dos cosas tan humanas, tan escasamente tecnológicas -orejas y voz- las que obran el milagro. Tendrían que verlo. En ese momento, no sé si transmediático, hacemos literatura, o algo, no sé cómo llamarlo. Solo sé que en ese momento nos alejamos un poco más del gibón, del orangután, del gorila.
La semana que viene voy a Miami a dar charlas. Me han prometido que tendré siempre cañón, portátil y conexión a internet. Me han pedido que prepare un PowerPoint, que haga algo muy visual. Yo lo he hecho. Soy muy obediente. Pero me juego una oreja a que no será absolutamente necesario. A la vuelta les cuento.

La imagen es de William Klein. Les contaré que en la zona exterior del modernísimo edificio de eTopia, hay un columpio bastante pretecnológico. El asiento es de madera desbastada. Cuelga de unas cadenas de hierro. A la salida del Salón de Literatura Transmedia, el sábado, mi hijo y yo nos estuvimos columpiando. La silla del columpio es un asiento corrido. Te puedes columpiar tumbado. Hacía sol. Se estaba bien. "No des tan fuerte", decía mi hijo. Cuando nos fuimos, nos olvidamos el iPad. Cuando llegamos a casa, nos dimos cuenta y volvimos corriendo a por él. Ahí nos esperaba. Nos esperaban los dos: el columpio y el iPad.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Croquetas World Tour

Parece que Lou Reed no saldrá de gira este año. Pero yo sí.
Tras dos años poniendo en pie la Golden World Tour, me estreno con la Croquetas World Tour, más World que nunca porque esta gira me llevará hasta -enumero en orden cronológico- Andalucía, Miami, Aragón en casi toda su extensión, Castilla-La Mancha, Extremadura y Madrid. Cuando digo Miami, quiero decir Miami (Florida), no Miami (Tarragona).
Si eres uno de esos lectores o lectoras a los que voy a poner ojos, orejas y demás partes del cuerpo, te ruego que leas estas cuatro cosas que escribí al respecto. Y repito: estoy deseando conocerte.

Pocos trabajos hay tan domésticos como este de escribir. Frente a eso, estas giras mías son un auténtico paseo por el lado más salvaje de la vida. Y, bueno, no quiero adelantar nada, pero creo que esta Croquetas World Tour nos va a deparar grandes momentos. Tu, turú, turú, tu turú...

En la imagen, de Michael Ochs Archives/Getty Images, Lou Reed.