Nunca me habían mirado así. Estoy segura de que Pitita Ridruejo no abrió tanto los ojos ante su primera aparición mariana como los abrió Álvaro al descubrirme como la autora de
Ensalada de letras.
"¡¿Lo has escrito tú?! ¡¿Has escrito tú ese libro?!", gritó incrédulo.
Yo estaba en Miami, en el
colegio Coral Way K-8 aunque a mí no me sacaron en el Hola por ello como a otras. Mostraba a alumnos de doce años una presentación y en una diapositiva apareció la imagen de
Ensalada de letras, un libro de texto de lecturas. Utilizaba ese libro para explicar cómo a veces escribo siguiendo ciertas
reglas. Pero no pude seguir.
La charla se interrumpió con el grito de Álvaro. Yo balbuceé un "sí, sí, lo he escrito yo".
"No me lo puedo creer. No me lo puedo creer", decía Álvaro.
Álvaro es español pero desde hace un tiempo vive en Miami. Cuando aprendió a leer, a los seis años, Álvaro devoró la
Ensalada de letras. "¡Me lo leí más de cinco veces!", me aseguraba. Y empezó a recitarme los nombres de todos los personajes que desfilan por el libro, que si doña Despistes, que si Superleo, que si el mago Chas... y me habló de cuentos que yo había escrito de los que yo misma no recordaba los detalles. "¿No es irónico encontrarnos ahora aquí?", decía Álvaro, y seguía exclamando y recordando y pellizcándose.
Le habría corregido. Le habría dicho que no era irónico, que era maravilloso. Era maravilloso descubrir que mi obra formaba parte de su vida. Le habría dicho que solo por ese encuentro había merecido la pena preparar el dichoso Power Point y hacer el viaje. Le habría dicho que es por eso por lo que escribo para niños, porque solo ellos abren los ojos así en lugar de entornarlos con esos párpados de adulto que los años van cargando de desconfianza y de cinismo y de "qué me vas a contar tú a mí", esas losas que pesan más que la grasa, el sueño y el cansancio. Pero no le dije nada. Solo pude sonreír.
Mis farmacéuticas favoritas me regalaron por mi cumpleaños -ni que fuera tan vieja- el libro
Yo fui a EGB. En él hay un apartado dedicado a los libros de
Senda, por cierto, escritos -pocos la saben- por Fernando Alonso,
este,
no el otro. Se dice en
Yo fui a EGB:
De toda la cantidad de libros que pasaron por nuestras manos durante los ocho años de EGB hay unos pocos que nos marcaron para siempre por ser nuestras primeras lecturas con las que aprendimos a leer. Por muchos años que hayan pasado nos seguimos acordando perfectamente de sus personajes.
Como para no esforzarse en hacer bien esos libros. Como para subestimarlos.
Una vez un escritor, al contarle que estaba preparando un libro de texto de lecturas, me dijo: "ya, pero ¿cuándo vas a escribir un libro de verdad?". ¿Se refería a un libro por el que cobrar derechos de autor una vez al año (más quisiera yo)? ¿Un libro cuya cubierta señalar orgulloso porque tu nombre aparece ahí (tampoco estaría mal)? ¿Qué es un libro de verdad? Me gustaría que a esa pregunta le respondiera Álvaro.
Y ahora les dejo. Estoy haciendo un precioso libro de texto de lecturas. Cuando sea vieja, me haré una camiseta con la cubierta del libro y el letrero "LO ESCRIBÍ YO", y me echaré a la calle esperando a que alguien me regale una mirada como la que me regaló Álvaro ese 21 de noviembre, día de mi cumpleaños, en Coral Way K-8.
Imagen de Alfred Eisenstaedt. El de la izquierda luce la mismita mirada de Álvaro.