A lo largo de este curso, he tenido el placer de colaborar en el
Heraldo Escolar en su versión reciclable en el contenedor azul. Daba contenido a una sección titulada "¿Todavía no lees?" y subtitulada "Eso es que no conoces a..." Por ahí han desfilado, entre otros, Roald Dahl, Michael Ende, la editorial Océano, los
sinPretensiones, Gabriela Keselman,
Ekaré...
Me pidieron un especial para las vacaciones de verano y me salió un planazo en cinco pasos. Lo comparto, por si quieren apuntarse. Allá va:
¿Sabes lo que dicen muchos mayores cuando llega el verano? “¡Por fin voy a tener tiempo de leer!”. Míralos, con sus libros sobre las toallas, aplastando moscas con los de tapa dura, abanicándose con los de tapa blanda… Fíjate en la playa. ¿Has visto qué libros más gordos leen los extranjeros? Tú no querrás ser menos, ¿verdad? Te proponemos un planazo lector:
1. ¿Has sacado buenas notas? ¡Enhorabuena! Ahora pide a tus padres que te regalen un libro por tus buenas notas. ¿Has sacado no muy buenas notas? No te preocupes. Lo bueno de pedir un libro es que casi ningún padre se niega. Tú di que leer te ayudará a sacar mejores notas. Es verdad, y todos los padres quieren que sus hijos lean.
Ve a una librería y ojea los libros que hay sobre las mesas. Fíjate en el título, lee la parte de atrás, luego hojea con hache, que es pasar las hojas para ver qué tal es el libro por dentro. Mira también los libros que hay en las estanterías. Pregunta al librero si te recomienda alguno en especial. Cuando tus padres te metan prisa para que te decidas, recuérdales lo paciente que has sido tú cuando ellos andaban probándose zapatos y sugiéreles que se vayan a buscar un libro para ellos.
En la primera página del libro escribe: “Este libro lo elegí para celebrar que había terminado…” y el curso que has acabado. Será un recuerdo que podrás conservar para siempre.
2. Ya, que un libro es poco para todo el verano. ¡Desde luego! Pide a tus dos mejores amigos que te dejen un libro prestado para el verano. A cambio, escríbeles una postal chula.
No seas rata, y presta tú también dos libros. ¡Y no olvides devolver los libros prestados a la vuelta!
Así, a lo tonto, ya llevas tres libros.
3. Si vas a estar unos días en el mismo sitio (la playa, el pueblo…), investiga dónde está la biblioteca más cercana. Sácate el carné. Es gratis y se hace en un momento. De golpe y porrazo, ¡ya has conseguido cientos de libros más que leer!
4. Aprovecha para leer lo que te dé la gana. Y si llevas más de 15 páginas de un libro y no te gusta nada, coge otro. Si te han obligado a hacer un cuaderno de vacaciones, léelo poco a poco, y piensa que fue escrito con mucho cariño. De hecho, si te han mandado los cuadernos de Supervacaciones del Capitán Cucurucho o los de Los Croqueto, agentes secretos, me estarás leyendo a mí. ¡Esos cuentos los he escrito yo! Y no pensé en torturarte al hacerlo, sino todo lo contrario.
5. No leas solo libros. Lee las estrellas, los mapas, los libros de recetas, los wasaps, las huellas que quedan en los caminos, las instrucciones de la crema solar, el periódico, las banderas de la playa, lee en los ojos las cosas que uno no se atreve a decir, lee los cientos de cosas que contienen estos puntos suspensivos… Y disfruta leyendo.
En la imagen:
yo, camino a la playa, con mis lecturitas. Sí, leer es una gozada, pero acarrear libros no electrónicos te hace poner morritos así, por no hablar de la espalda.