jueves, 31 de marzo de 2011

Cañas y barro: el discurso II (momentaZo incluido)

En la entrada anterior colgaba en primicia la primera parte del discurso que leí en la entrega de los Premios SM. Y ahora que nos hemos quedado casi a solas, colgaré la segunda y última parte, con el prometido momentazo Oro-Ortiz.
Después de aquella maravillosa cita de Héctor Abad Faciolince que terminaba diciendo lo importante que es no someterse a un chantaje laboral que nos impida ser lo que somos, yo decía que este premio me iba a permitir ser lo que soy. 
Y luego la cosa siguió más o menos así (leve comentario (*) al final):

Si solo tengo un minuto para contar algo, me quedo con esto: quiero invitar a todo el mundo a ser lo que es. Creo que, solo así, siendo lo que somos, daremos lo mejor de nosotros mismos, y esa pasión, ese entusiasmo, esa búsqueda de la excelencia en el campo que sea, será la mejor aportación que podamos hacer a la sociedad. Así que, por el bien de todos, si alguien en esta sala cree que no está siendo lo que es, yo lo animo a que salga y se ponga a luchar por ello inmediatamente.
Bueno, usted no, Alteza.*
Quizá usted no siempre pueda ser lo que es, pero tiene el mejor de los motivos para no serlo: el amor.
Hablando de amor, esa es la segunda invitación que quería haceros. Quería invitaros a leer Pomelo y limón, que es, a su vez, una invitación a querer a alguien, pero querer como se quiere a los quince años: con locura… como si fuera lo único que merece la pena hacer en esta vida. Porque puede que sea así.
Lo siento. Me temo que me he pasado de mi minuto pero es que en esta sala… En esta sala, hay tanta gente a la que quiero. Y, sobre todo, hay gente a la que quiero tanto. No puedo irme de aquí sin darles las gracias. Como cantarían los Beach Boys: Solo Dios sabe qué sería de mí sin vosotros.
Gracias. 

*Y me volví hacia la princesa. Y yo no lo percibí, pero me dijeron que se sonrojó. Yo solo sé que cuando me volví otra vez hacia la gente que escuchaba, eran tales las caras de pasmo que vi, que yo misma me quedé bloqueada por un momento. Así que, sí, se hizo un silencio de película en el que tuve tiempo de pensar: "¿cómo has podido?" (pregunta que me repetí insistentemente al día siguiente). Pero tenía muy claro lo que quería decir y sabía que tenía que seguir. Y eso hice.

Y eso es todo, amigos. Dos invitaciones nada más: a ser y a amar. Bien es cierto que podría haber invitado a unas cañas y a una mariscada. Porque, al fin y al cabo, de eso va la vida, ¿no?: de ser y de amar, y de aprender por el camino (aprender lo es todo), y de reír siempre que se pueda... Sí, y de relamerse los bigotes de espuma de cerveza y de sacar el jugo de las cabezas de los langostinos. O de las gambas.
Por cierto... ¡Pásame otra gamba, Alfredo!

domingo, 27 de marzo de 2011

En primicia... ¡El discurso!

Y sigo con el Premio.
Me he reído mucho, mucho, mucho con las crónicas de la fiesta de entrega de los Premios SM 2011. Las he guardado en un documento al que he llamado "Antidepresivo". Pero veo llegado el momento de dar mi versión de lo que alguien ha acertado a bautizar como "el momentazo Oro-Ortiz". 
Antes de eso, aclararé que, para cuando me dijeron que tenía solo un minuto para mi discurso, yo ya tenía pergeñado un discurso de... unos veinte minutos. Rogué y supliqué que me dejaran algo más de un minuto. Argumenté -premonitoriamente- que las autoridades siempre se alargaban en sus discursos y nadie les decía nada (y conste que a mí el discurso del ministro de Educación me encantó. I love Á. Gabilondo.) Pero nada. Fueron inflexibles. Un minuto. Así que recorté, recorté y recorté. Quité lo del Himalaya, lo de mi abuela, lo de "convertir un fracaso en materia literaria", lo de mi hijo, lo de Marie Curie, lo de "El discurso del rey"... Y dejé lo que dejé.
Cada línea de mi discurso tenía varios destinatarios y lecturas particulares y personales que, claro, esta Agustina de Aragón de la intimidad que soy yo jamás revelará. Pero algo contaré. Los comentarios (*) van al final.
Rememorando, creo que esto es lo que dije (que no era exactamente lo que llevaba escrito):

*Alteza, autoridades, mamá...**
Estoy tan contenta. Y tan nerviosa. Y no sé cómo saldrá esto. Todo por culpa de mi padre.
Porque hasta ahora, en la familia, era él, que es un prestigioso científico, quien recibía los premios. Él recibía los premios y yo adornaba sus discursos con citas literarias (claro que a él le daban más de un minuto). Ahora, en justa correspondencia, él tendría que haberme dado una fórmula para mi discurso (se supone que los químicos sabéis cientos de fórmulas, ¿no?), pero no ha sido así.*** Y encima, tengo solo un minuto. Y hay aquí tanta gente…
Mi novela habla de la intimidad, de la intimidad en estos tiempos de Facebook, Tuenti, Twitter y programas del corazón, en estos tiempos en que la intimidad se regala inconscientemente o se arrebata… Y quizá pueda parecer incongruente pero voy a contar una intimidad:
Escribir Pomelo y limón iba a ser mi último intento de dedicarme a escribir antes de buscar de nuevo un trabajo fijo. De hecho, ya lo estaba buscando. Había pensado dar clases, hacerme librera (pero es tan difícil vender un libro; ¡es casi más difícil que escribirlo!), ¡hasta había pensado en hacerme community manager! Había metido mi perfil en Linkedin (es que, por si no había quedado claro, yo, y mi novela también, somos muy 2.0). Había pensado volver a trabajar en el mundo de la edición. Había pedido trabajo a alguno de los presentes… Pero he ganado. 50.000 euros.****
Dice Héctor Abad Faciolince: “hay un único motivo por el que vale la pena perseguir algún dinero: para poder conservar y defender a toda costa la independencia mental, sin que nadie [ni nosotros mismos, añadiría yo] nos pueda someter a un chantaje laboral que nos impida ser lo que somos.” Y eso es lo que me va a permitir este premio. Por fin puedo ser lo que soy. Y finalmente soy escritora, me ha hecho escritora la vida.*****
¡Uy! ¡Pero qué larga me está quedando esta entrada! Tendré que dejar el momentazo Oro-Ortiz para otro momento. Además, tengo que jugar a fútbol, hacer una enciclopedia y leer En el corazón del sueño. Y tú seguro que también tienes cosas interesantísimas que hacer... ¡Hasta la próxima!
*Por la mañana, en la rueda de prensa, habíamos tenido un problemilla con el book-trailer de Pomelo y limón. Y me habían dicho que, en la entrega de premio, justo antes de mi discurso, también lo pondrían. Cuando subía las escaleras hacia la princesa, bastante tenía con concentrarme en no caerme de mis zapatos plateados como para ver que ya lo estaban poniendo en las pantallas laterales. Así que, cuando llegué al atril, pensé: "Ya verás cómo, nada más empezar a hablar, salta el vídeo". Por eso me puse a mirar hacia el pantallón que había detrás, esperando, en vano, que saliera el vídeo. Nada. Lo único que veía era a mí misma mirando hacia atrás y a las autoridades en plan poker face. (Y eso sería solo el principio). Supongo que la gente debió de pensar: "Mira la petarda esta que está mirando a ver si da mona en pantalla".
**Pues sí. Tenía que empezar así. Era de justicia. Y no sé si aún tenía que haber dicho: "Mamá, Alteza, autoridades"... Me cuenta mi hermana que en este momento mi madre ya ponía a prueba el rímel waterproof y pestañeaba como Bambi. ¡Mamá!
***Llegado este punto, y siempre según mi hermana, mi padre lloraba y mi cuñada, tan rubia, tan guapa, tan Genoveva Casanova, también. Total, que parecíamos los Vargas Llosa. Solo me faltaba llorar a mí. Y casi lo hice más tarde, pero aún no he llegado ahí...
****Aquí la gente se puso a aplaudir. Y yo, en ese momento pensé: a) No me lo puedo creer. Acabo de decir que he ganado 50.000 euros y me están aplaudiendo. Estos quieren que les invite después de la fiesta. Y b) Dios mío, ya se ha acabado mi minuto. El hombrecillo de protocolo que está detrás de mí me va a hacer un placaje y me va a tirar del atril si sigo hablando. Pero seguí.
*****Qué añadir a la cita de Faciolince. Solo su procedencia: El olvido que seremos. Un libro que hay que leer si se quiere ser más sabio, más feliz, mejor padre, mejor hijo... Y otra cita, esta oculta: "Me ha hecho poeta la vida" es la dedicatoria que puso Miguel Hernández a Vicente Aleixandre: "A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres". También es el nombre de una preciosa antología de poemas de Miguel Hernández. Y sí, a mí me ha hecho blogger el premio y escritora la vida...
Continuará... 

sábado, 26 de marzo de 2011

Somewhere in Kansas

Lo advierto: voy a seguir hablando del Premio.
El caso es que hoy volvía en bicicleta a casa cuando me he cruzado con el recién inaugurado tranvía. Era la primera vez que lo veía circular. Y me he quedado boquiabierta. No tanto por el tranvía en sí sino por el destino que anunciaba: "El mago de Oz". Lo juro. He estado lenta y no le hecho una foto (además, siendo realista, para cuando encontrara el móvil en el maxibolso que colgaba de la cesta de la bici, el tranvía ya estaría en la Ciudad Esmeralda, por lo menos).
Y he pensado: quizá no sea tan malo vivir en una ciudad donde coges un tranvía y acabas ante alguien que no puede prometer pero promete darte un cerebro, un corazón y algo de valor.
¿Que qué tiene esto que ver con el Premio?
Que te lo cante Judy Garland.
Y otra cosa: en la película de El mago de Oz los zapatos mágicos de la Malvada Bruja del Este eran unos chapines rojos. Pero en el libro de L. Franz Baum, ¡oh, en el libro!, allí son... ¡unos zapatos plateados!
Nunca una alfombra roja se había parecido tanto a un camino de baldosas amarillas.
En la imagen: la princesa Letizia y yo, algo aturullada, con mis dos coletas.
Desde Kansas,
Dorothy

viernes, 25 de marzo de 2011

Mi vecino

(c) Sergio Cuesta

Hoy quiero hablar de mi vecino de premio. El premio El Barco de Vapor, el señor Nesquens, el Dani, mi amigo. Recibir mi premio junto a él, ha sido una carambola de esas que te hace seguir creyendo en Dios, en el billar y en la vida. Dice el Dani en el Heraldo de Aragón (o dice Antón Castro que dice:) "El vecino podría ser una metáfora. A todos nos gusta imaginar, fantasear sobre otras vidas. Y más si esas vidas están pegadas a las nuestras."
La vida del señor Nesquens está pegada a la mía; es vecino mío, como quien dice. O metáfora mía. Sé más secretos del Dani de los que a él le gustaría pero menos de los que yo querría saber. Pero, por si no había quedado claro, soy la Agustina de Aragón de la intimidad. Y no pienso revelar ni uno.
Solo diré dos cosas:
1. Creo que nunca estaré más cerca de un genio que cuando tomo patatas bravas con él en el Montesol.
2. Ya estás tardando en hacerte fan suyo. Sí, tiene club de fans. Es secreto, como no podía ser de otro modo.
PD: Algún día dejaré de hablar del premio. Pero dejadme un poquito más, porfi...

jueves, 24 de marzo de 2011

Mi primera lectora

A la princesa le ha gustado. Pomelo y limón, digo. Mucho. Me lo dijo entusiasmada. Y se notaba que era verdad: que lo había leído y que le había encantado. ¡Se lo sabía de pe a pa, de piscina a bufanda! O eso creí entender, porque cuando uno está en las nubes, las palabras llegan amortiguadas y algodonosas.
Pero que ella, doña Letizia, escogiera acabar su discurso citando un fragmento del final del libro ("Los recuerdos están hechos de palabras; la vida está hecha de palabras. No puedes cambiar lo que te ha pasado, pero puedes escoger las palabras para contarlo"), un fragmento que habla de uno de los temas menos obvios pero más importantes de Pomelo y limón -la resiliencia y la narratividad-, me lleva a pensar que sí, que entendí bien, y que ella entendió aún mejor.
Y ahora que llega el momento de la verdad, el momento de los lectores, el momento en que se construye realmente un libro (con su lectura), me asalta la gran duda:
¿Será Pomelo y limón un libro solo para princesas?
¿Gustará también a los sapos?
Bien pensado, si la respuesta a la segunda pregunta es "no", siempre puedo dedicarme a dar besos...

miércoles, 23 de marzo de 2011

Sin palabras

Así estoy. Sin palabras y con el dolor de pies más dulce que he sentido en mi vida. (Los plastic dreams no están preparados para hacerte soñar sobre los adoquines que hay junto a la Puerta del Sol.)
Mi novela Pomelo y limón -ya lo puedo contar- ha ganado el premio Gran Angular, y Nesquens, mi amigo Daniel, el premio El Barco de Vapor, y acabo de volver ahora de la entrega de premios.
En su discurso, doña Letizia ha leído este fragmento de mi novela: "Los recuerdos están hechos de palabras; la vida está hecha de palabras. No puedes cambiar lo que te ha pasado, pero puedes escoger las palabras para contarlo."
No cambiaría nada de lo que ha pasado este 22 de marzo. Pero sencillamente hoy no encuentro las palabras para contarlo.
Quizá mañana.
Sobrepasada y feliz, solo me sale una palabra, y siento que se queda corta: gracias.

lunes, 21 de marzo de 2011

Plazos

Estoy escribiendo una enciclopedia para niños. Un trabajo fascinante si no fuera por los plazos.
A menudo, cuando escribo por encargo (que es casi siempre) estoy sometida a los plazos. Los plazos, por definición, son cortos tirando a imposibles, y odiosos. Pero también son necesarios. Lo sé porque he sido editora. Aunque entonces me parecían igual de odiosos que ahora.
Plazo, fecha tope, en inglés es "deadline" (línea de muerte). Me lo recordaba Gustavo Puerta el día que le entregué -en plazo- un artículo sobre Harry Potter y el veneno. [Digresión: Y qué divertido fue escribir ese artículo. Y qué peligrosa soy desde entonces, una Borgia en potencia.]
Lo cierto es que, aunque todos los plazos tienen algo de agónico, no todos conducen a la muerte. Hay plazos que conducen a la vida, "lifeline". Lo sabemos quienes hemos salido de cuentas después de nueves meses de espera. Hasta en el trabajo hay plazos que son "lifeline".
Y aquí estamos. Agonizando.

martes, 15 de marzo de 2011

¿Qué me pongo?

La semana que viene voy a una fiesta. Y no sé qué ponerme. Dudo entre el vestido gris o el vestido blanco con sus correspondientes zapatos (o, en el caso de la opción gris, sus correspondientes plastic dreams). Me encantan los asuntos baladís, incluso los baladíes. Pero este no lo es. En realidad, este es un asunto ético. Porque... una preguntita tonta: ¿tú no crees que la ética subsume la estética? Bueno, mejor que te convenza Teresa Andruetto. Ella escribió un artículo imprescindible donde habla de esto -de la estética y de la ética- relacionado con la literatura infantil. Lo puedes encontrar aquí. ¡Pero vuelve luego y vota por uno de los dos vestidos!
Y otro día recuérdame que hable de otro defensor de la ética de la estética del que soy fan: Sergio Fajardo.
PD: Si confieso que el vestido blanco es, recortado y customizado, el vestido con el que me casé, ¿se entiende mejor el carácter ético de mi duda estética?

domingo, 13 de marzo de 2011

Me rindo

Después de toda una vida (o dos) como bloguera secreta, me rindo. Voy a tener mi página y mi blog a cara descubierta (más o menos). La cara la descubre mi amiga Elisa Arguilé. Ella es quien hizo el maravilloso retrato que preside esta primera entrada y que pongo (tuneado) como foto de perfil. Mi hermana y mi otra Amiga (tengo dos) me dicen: "Hija, tú eres mucho más mona". Puede. Pero antes que mona, prefiero parecer misteriosa. Donde esté Marlene Dietrich que se quite Miss Palencia, por ejemplo. Y en este retrato me veo mucho más misteriosa que Miss Palencia; dónde vas a parar.
¡Blog estrenado!