Me he reído mucho, mucho, mucho con las crónicas de la fiesta de entrega de los Premios SM 2011. Las he guardado en un documento al que he llamado "Antidepresivo". Pero veo llegado el momento de dar mi versión de lo que alguien ha acertado a bautizar como "el momentazo Oro-Ortiz".
Antes de eso, aclararé que, para cuando me dijeron que tenía solo un minuto para mi discurso, yo ya tenía pergeñado un discurso de... unos veinte minutos. Rogué y supliqué que me dejaran algo más de un minuto. Argumenté -premonitoriamente- que las autoridades siempre se alargaban en sus discursos y nadie les decía nada (y conste que a mí el discurso del ministro de Educación me encantó. I love Á. Gabilondo.) Pero nada. Fueron inflexibles. Un minuto. Así que recorté, recorté y recorté. Quité lo del Himalaya, lo de mi abuela, lo de "convertir un fracaso en materia literaria", lo de mi hijo, lo de Marie Curie, lo de "El discurso del rey"... Y dejé lo que dejé.
Cada línea de mi discurso tenía varios destinatarios y lecturas particulares y personales que, claro, esta Agustina de Aragón de la intimidad que soy yo jamás revelará. Pero algo contaré. Los comentarios (*) van al final.
Rememorando, creo que esto es lo que dije (que no era exactamente lo que llevaba escrito):
*Alteza, autoridades, mamá...**
Estoy tan contenta. Y tan nerviosa. Y no sé cómo saldrá esto. Todo por culpa de mi padre.
Porque hasta ahora, en la familia, era él, que es un prestigioso científico, quien recibía los premios. Él recibía los premios y yo adornaba sus discursos con citas literarias (claro que a él le daban más de un minuto). Ahora, en justa correspondencia, él tendría que haberme dado una fórmula para mi discurso (se supone que los químicos sabéis cientos de fórmulas, ¿no?), pero no ha sido así.*** Y encima, tengo solo un minuto. Y hay aquí tanta gente…
Mi novela habla de la intimidad, de la intimidad en estos tiempos de Facebook, Tuenti, Twitter y programas del corazón, en estos tiempos en que la intimidad se regala inconscientemente o se arrebata… Y quizá pueda parecer incongruente pero voy a contar una intimidad:
Escribir Pomelo y limón iba a ser mi último intento de dedicarme a escribir antes de buscar de nuevo un trabajo fijo. De hecho, ya lo estaba buscando. Había pensado dar clases, hacerme librera (pero es tan difícil vender un libro; ¡es casi más difícil que escribirlo!), ¡hasta había pensado en hacerme community manager! Había metido mi perfil en Linkedin (es que, por si no había quedado claro, yo, y mi novela también, somos muy 2.0). Había pensado volver a trabajar en el mundo de la edición. Había pedido trabajo a alguno de los presentes… Pero he ganado. 50.000 euros.****
Dice Héctor Abad Faciolince: “hay un único motivo por el que vale la pena perseguir algún dinero: para poder conservar y defender a toda costa la independencia mental, sin que nadie [ni nosotros mismos, añadiría yo] nos pueda someter a un chantaje laboral que nos impida ser lo que somos.” Y eso es lo que me va a permitir este premio. Por fin puedo ser lo que soy. Y finalmente soy escritora, me ha hecho escritora la vida.*****
¡Uy! ¡Pero qué larga me está quedando esta entrada! Tendré que dejar el momentazo Oro-Ortiz para otro momento. Además, tengo que jugar a fútbol, hacer una enciclopedia y leer En el corazón del sueño. Y tú seguro que también tienes cosas interesantísimas que hacer... ¡Hasta la próxima!
*Por la mañana, en la rueda de prensa, habíamos tenido un problemilla con el book-trailer de Pomelo y limón. Y me habían dicho que, en la entrega de premio, justo antes de mi discurso, también lo pondrían. Cuando subía las escaleras hacia la princesa, bastante tenía con concentrarme en no caerme de mis zapatos plateados como para ver que ya lo estaban poniendo en las pantallas laterales. Así que, cuando llegué al atril, pensé: "Ya verás cómo, nada más empezar a hablar, salta el vídeo". Por eso me puse a mirar hacia el pantallón que había detrás, esperando, en vano, que saliera el vídeo. Nada. Lo único que veía era a mí misma mirando hacia atrás y a las autoridades en plan poker face. (Y eso sería solo el principio). Supongo que la gente debió de pensar: "Mira la petarda esta que está mirando a ver si da mona en pantalla".
**Pues sí. Tenía que empezar así. Era de justicia. Y no sé si aún tenía que haber dicho: "Mamá, Alteza, autoridades"... Me cuenta mi hermana que en este momento mi madre ya ponía a prueba el rímel waterproof y pestañeaba como Bambi. ¡Mamá!
***Llegado este punto, y siempre según mi hermana, mi padre lloraba y mi cuñada, tan rubia, tan guapa, tan Genoveva Casanova, también. Total, que parecíamos los Vargas Llosa. Solo me faltaba llorar a mí. Y casi lo hice más tarde, pero aún no he llegado ahí...
****Aquí la gente se puso a aplaudir. Y yo, en ese momento pensé: a) No me lo puedo creer. Acabo de decir que he ganado 50.000 euros y me están aplaudiendo. Estos quieren que les invite después de la fiesta. Y b) Dios mío, ya se ha acabado mi minuto. El hombrecillo de protocolo que está detrás de mí me va a hacer un placaje y me va a tirar del atril si sigo hablando. Pero seguí.
*****Qué añadir a la cita de Faciolince. Solo su procedencia: El olvido que seremos. Un libro que hay que leer si se quiere ser más sabio, más feliz, mejor padre, mejor hijo... Y otra cita, esta oculta: "Me ha hecho poeta la vida" es la dedicatoria que puso Miguel Hernández a Vicente Aleixandre: "A nosotros, que hemos nacido poetas entre todos los hombres, nos ha hecho poetas la vida junto a todos los hombres". También es el nombre de una preciosa antología de poemas de Miguel Hernández. Y sí, a mí me ha hecho blogger el premio y escritora la vida...
Continuará...