¿No lo huelen? ¿No les trae este viento otoñal un castizo aroma a fritanga?
Dejen de mirar su campana extractora. No culpen a sus vecinos.
Son mis croquetas, que están de nuevo en la freidora, reimprimiéndose.
Quienes no las pudieron encontrar ni en la sección de cocina, lo tendrán ahora un poco más fácil. A quienes no les hace falta buscarlas porque ya se las han zampado, a esos que han hecho que se agotaran, gracias gracias gracias GRACIAS. Me han hecho una escritora feliz. Me siento en deuda.
(Cada vez que me quejo, sucede algo -un ZAS en toda la boca- que hace que me sienta muy afortunada. No sé qué conclusión sacar de esto: si debería quejarme menos, o debería quejarme más.)
En la imagen, de Robert Frank: lectoras haciendo tiempo mientras esperan a que saquen las croquetas recién hechas. A 9,95 €, preciso. Pero ustedes no me fumen.
2 comentarios:
¡ENHORABUENA!
Bueno... : parece que el quejarte da sus frutos, ¿no? :D :D :D
Abrazos.
Qué buena noticia. ¡Todos a comer croquetas! :)
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