Lo que uno no calcula cuando decide decidir su destino (así, una decisión al cuadrado, la decisión de las decisiones) es que, si esa decisión implica una mudanza (y si no la implica, ¿qué decisión decisiva es esa donde no hay movimiento?), si esa decisión implica una mudanza, digo, y si la mudanza se hace bien, lo siguiente que toca es decidir el destino de cientos, millares, decenas de miles de cosas.
En eso ando: decidiendo si guardo, tiro o doy ese gorro, ese papel, aquel libro, aquel tiburón con el que jugaba mi hijo de bebé..., intentando meter mi vida y la de mi hijo en dos maletas de 23 kilos sin sucumbir a la nostalgia o al derretimiento.
Tenemos demasiadas cosas. Guardamos demasiadas cosas. Demasiadas de plástico. Ni les cuento los niños.
Los niños de los cuentos salían de casa con un hatillo. Ahora tendrían que hacerlo con una Samsonite Cosmolite de cuatro ruedas. Pobres los pobres y pobres estos que tienen tanto.
¿Quieren un consejo? Se lo daré igual: no cojan los jabones de los hoteles. A la que se despisten, se morirán y su mayor legado será en glicerina. Sé lo que me digo.
Imagen de Dorothea Lange.
5 comentarios:
Se hace muy cuesta arriba, pero se suele sobrevivir.
Muchos ánimos, y si necesita un hogar de adopción (o acogida) para algo, Barcelona no está tan lejos de Zaragoza...
¡Oh, Silvia! Moltes gràcies! Tienes razón. Me parece que estoy viendo la luz al final del túnel, o de una caja; una luz, vaya.
Barcelona está más lejos de Dublín, que es donde me voy, que de Zaragoza. ¡Pero al menos hay vuelo directo! Y en ambos sentidos. ;)
Dublín! Oh!
Dublín está más cerca de una preciosa playa del Ring of Kerry cuyo nombre, acabo de darme cuenta, he olvidado.
Maldición... ¿cómo voy a volver allí?
Tendrá que descubrirla usted y recordarme cómo se llamaba...
Derrynane!
La playa de Derrynane... :__)
"Los niños de los cuentos salían de casa con un hatillo. Ahora tendrían que hacerlo con una Samsonite Cosmolite de cuatro ruedas".
¡Ha, ha! ¡Gran verdad, duquesa!
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