En resumen:
¿Nos vemos? El miércoles 19 de noviembre a las seis y media doy una charla abierta al público en la biblioteca Cubit. Me han dicho que hable de escribir y eso, a gente que está escribiendo contrarreloj, o a usted que pasaba por ahí y vino a pasar un buen rato. Yo, supongo, hablaré de esa contrarreloj que es la vida.
En extenso:
A mí, que me llaman a menudo para hablar en público, me gusta ser público. Me gusta más estar en la platea que sobre el estrado. Y me gusta ese ir y venir del estrado a la platea, de la platea al estrado. Creo que obligatoriamente, quienes damos charlas, debemos recibirlas. Nos vuelve más exigentes. Quienes reciben charlas, también deberían darlas alguna vez. Se volverían más indulgentes.
En realidad creo que nadie debería morirse sin haber disfrutado de un público, aunque sea el público que jalea un eructo a un bebé, la parroquia de un bar que te hace silencio cuando cuentas un chiste o esa madre que atiende al "¡mírame!" de su hijo. No concibo epitafio más triste que: "Pasó por la vida sin público", que es como decir sin que te hagan caso, y si "caso" es suceso, acontecimiento, es como pasar por la vida sin haber sucedido.
Yo soy muy de preparar. Me gusta saber qué público tendré delante. Entiendo que es lo mínimo si uno pretende comunicar, que es de lo que trata todo esto. Por eso fui de público a la presentación de Nanowrimo, porque semanas después, me iba a tocar a mí estar ante ellos, ante ese público que se ha comprometido a escribir una novela de 50.000 palabras en el mes de noviembre. En el marco del Nanowrimo, cada miércoles, a las seis y media de la tarde, en la biblioteca Cubit, va a haber una charla motivadora (Pep Talks las llaman). Las charlas las imparten cuatro de los autores más mejores del universo, que son, que son y que somos:
-Ana Alcolea, el 5 de noviembre.
-David Lozano, el 12 de noviembre.
-Yomisma, el 19 de noviembre.
-Daniel Nesquens, el 26 de noviembre.
Total, que el otro día fui de público para prepararme mejor para ser ponente y ahora (ya lo conté aquí) he acabado de ponente y de público wrimo a la vez. Vaya, que me he apuntado a escribir la dichosa novela de 50.000 palabras en un mes, y uno de los motivos para hacerlo, y no menor, ha sido entender mejor al público que tendré delante el 19 de noviembre, saber cómo se sienten / nos sentimos, a qué dificultades se enfrentan / nos enfrentamos. Ya. Lo sé. Padezco empatitis. Es posible que en mi epitafio ponga algo así como: "Murió por ponerse en el lugar de los muertos".
Antes de que eso suceda, les espero ese día, sean o no sean wrimos (puede asistir cualquiera, igual que a las supercharlas de Alcolea, Lozano y Nesquens). Me encontrarán dando saltitos entre el estrado y el público.
¡Ey! Y no olviden que aún están a tiempo de inscribirse en el Nanowrimo de este año. Yo, desde que lo he hecho, ya he cambiado tres veces de opinión sobre qué novela empezar Y TERMINAR, ¡pero estoy teniendo más ideas que nunca! ¿Ven cómo no está tan mal eso de que le pongan a uno un pincho en el culo para ponerse manos a la obra?
En la imagen, de Alfred Eisenstaedt, la que viene siendo una pesadilla recurrente: llega el 19 de noviembre y la única persona que tengo ante mí es la misma que viene haciéndome harto caso desde que nací, ese público incondicional y atolondrado: mi madre, haciendo sus labores.
2 comentarios:
Qué grande, Oro, oro puro con empatitis y todo :D
Yo me apunto al nano, pero las charlas me las pierdo... a no ser que las graben para que podamos disfrutar todos de ese pep-rally inspirador ;)
Un abrazo ^^
¡Te tengo, buddy!
Aunque... ¿de verdad da tiempo de hacer vida social?
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