Ayer por la noche me los zampé.
Esta mañana me he levantado y al entrar al salón, se me han arrugado la nariz, la frente y las meninges. Había un olor nauseabundo. En la cocina era aún peor.
Ayer no saqué la basura.
Y todo por las carcasas de cinco langostinos que le sobraron a mi madre de una triste bandeja del Mercadona. No quiero ni imaginar la peste que queda tras una mariscada opípara (y aquí he dudado entre "opípara" y "ovípara" porque manda huevos). Pero no hace falta imaginarla: así huele el país.
Yo he bajado diligente la basura y he abierto las ventanas y he encendido una vela aromática y he escrito este post. Y en cuanto vuelva mi madre, le devuelvo el táper.
Sobre la imagen: Tenía a Richard Avedon durmiendo en el sofá y miren qué mona me ha sacado nada más llegar al salón.
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