Me gustaría pensar que lo haces. Me mata pensar que no.
Pero nunca me dices nada. "Nunca nadie dice nada", como dijo un periodista que podrías ser tú, extrañado al ser felicitado por un artículo. Y yo asentí, porque lo sé. Sé que uno escribe para comunicarse y anda esforzado con el pico y la pala, pero que al final la obra, esa que uno concibió como puente, si nadie la transita, no es más que un ostentoso atentado contra la naturaleza, un recordatorio de la propia megalomanía. Y tengo un blog lleno de puentes pero no sé si tú los cruzas.
Y puede que nos veamos, pero hablaremos de bobadas. Igual es que no hay quien hable de esto. O igual es que no me lees. A veces me dan ganas de hacer esto con estos puentes.
Y es raro. Porque yo estoy aquí, mucho, en todas estas líneas que voy desgranando. Estoy tan aquí que a veces me da miedo. Entonces, cuando me da miedo, me consuelo pensando que cuanto más esté en lo que escribo, será que estaré escribiendo mejor. Pero puede que no, puede que apostar por estar tanto en lo que escribo solo sirva para alejarme de todo lo que no sean estas letras, de las personas mayormente, de ti en particular. Yo estoy aquí. Y tú, ¿dónde estás?
Estarás por ahí, tomando algo en una terraza al sol ahora que ha salido. Claro. Seguro que tienes cosas mejores que hacer que andar leyendo esto. No creas, yo también tengo cosas mejores que hacer que preocuparme de si me lees o no. Es solo que ahora no se me ocurre ninguna.
Solo te pido una cosa: si me lees, ahora no me digas nada. Ya no.
En la imagen: tú y yo, donde yo pienso: "¿habrás leído mi último post?" y tú piensas: "me estoy quedando sin batería".
4 comentarios:
Hola, Oro,
Como me gusta llevar la contraria, ahora sí te digo algo... Estoy ahí y te leo.
Desde luego...
Gracias quand même.
Estoy, el día 1 de abril.
Es el uno?
en Madrid.
Por la tarde pronto.
Tú?
A.G.
A.G.
¡Oh, no!
No estoy.
Este año no puedo ir.
Si ya me penaba, ahora más.
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