"Creo que fue por aquella época cuando releí los libros ilustrados que Louise y Paul habían conservado. En varias ocasiones hablamos de bajarlos al sótano, pero ninguno de nosotros se decidió a hacerlo, y todavía ahora, cuando tienen veinte años, los libros siguen en su cuarto. En medio de la noche, pasaba las páginas con precaución, feliz de volver a ver los dibujos que habían marcado su infancia y los textos que yo les había leído cien veces en voz alta. El poder evocativo de aquellos libros me dejaba atónita. Cada una de las historias hacía resurgir el preciado momento que precedía el momento de acostarse, la sensación de sus cuerpecitos pegados al mío, la suavidad del velludillo de sus pijamas. Rememoraba la entonación que daba a cada frase, las palabras que tanto le gustaban y que había que repetir diez, veinte veces, todo salía, intacto, a la superficie.No me sean tiquismiquis con aquello del "preciado momento que precedía el momento".... Céntrense en lo importante: la sensación de esos cuerpecitos, la entonación, el velludillo, todo, intacto, a la superficie.
Casi todas las noches, entre las 4 y las 5 de la mañana, releía historias de osos, de conejos, de dragones, del perro azul y de la vaca que amaba la música."
Y esto, mujeres insomnes que vuelven a sentir cuerpecitos que ya han volado del nido, niños no tan niños que cruzan un océano entero nada más ver la cubierta de un libro, un billete para un viaje en el tiempo que ríase usted de la magdalena de Proust, el giratiempo, la Tardis y el Delorean DMC-12, todo esto es también la literatura infantil. No hay otra con semejantes efectos secundarios. Como para tomársela a la ligera.
En la imagen, de El túnel del tiempo, el doctor Newman comenta al doctor Phillips: "Tú verás, Douglas, pero estamos haciendo el ridículo. Tanta palanquita y tanta mandanga y esto sigue sin furular. Yo que tú sacaba los Poemas de la Oca Loca y a tomar por saco".
Mi hijo y yo nos hemos comprado unos pijamas de velludillo. Fluffy, decimos nosotros. Nos abrazamos como peluches. Sé que esto lo recordaré toda la vida. Pero me lo recuerdo aquí por si acaso. El pijama de él tiene estrellitas.
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