—Los privilegiados que asisten a mis apariciones suelen recibirme con un «¡Alabado sea Andersen!». O, como mínimo, con un respetuoso silencio.
—Bueno, sí, ya. Eso será la primera vez. Reconoce que cuando te me apareciste en forma de cisne en el lago de Eriste hace tres años, te recibí con un recogimiento que ni Bernadette Soubirous. Pero es que otra vez… Y aquí… ¡Que me has perseguido hasta Dublín! ¡Ya sé! Te me apareces, y el 2 de abril, el día de tu santo, el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, porque sabes que he estado trabajando en un libro para adultos. Para que vuelva al redil. ¡Pero tú no sabes la que estoy preparando! ¡Y es infantil! Y que conste que lo de adultos era solo por tomarme un recreo…
—A ver, Oro, no te emociones. Que estamos en St. Stephen’s Green, que aquí, si no aparecen un cisne y algunos patos, la gente es capaz de pedir la hoja de reclamaciones.
—Sí, sí. Tú dirás lo que te salga de los cañones de las plumas, pero tú y yo sabemos que no eres un cisne cualquiera. Tú eres el patito feo. ¡Tú eres San Andersen! Alabado sea Andersen.
—Esa es la actitud. Ahí ahí. Repite aquella jaculatoria mía.
—"Siempre se debe llamar a cada cosa por su nombre, pero, si uno no se atreve, debe poder hacerlo en el cuento. Siempre se debe llamar a cada cosa por su nombre, pero, si uno no se atreve, debe poder hacerlo en el cuento."
—No lo olvides, Oro.
Y San Andersen se dio la vuelta y se alejó de mí. En ese momento, cogí el teléfono y le saqué la foto que encabeza esta entrada. Eso pasó el 2 de abril. Luego volví de Dublín. Luego pasó una cosa que no me atrevo a contar y entonces, solo entonces, supe calibrar el milagro. Obviamente, la he contado en un cuento que acabo de escribir.
San Andersen me asista ahora en la búsqueda de editor.
5 comentarios:
Suerte, aunque seguro que no la necesitarás ;).
¡Gracias! Y no creas. La necesito. ¡Oh si la necesito!
¿Te vale editora?
Me vale, me vale. Aunque... sería un álbum. ¡Y es muy importante para mí! Tiene que quedar muy bonito. ¿Te vale?
Y ya tienes premio y todo! Acabado sea San Andresen.
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