jueves, 12 de junio de 2014

¿Para qué te cortas las uñas tú?

Querida María Constanza Molina Cortes Funes:
Me dices: "sí, mi nombre es un poco largo". Y tanto. Si no me escribieras desde la República Argentina, pensaría que me estaba carteando con una infanta.
Me dices que tienes 19 años y que me has leído, y otras cosas que a un escritor le hacen feliz.
Luego me cuentas un poco de ti.
"Me encanta leer. Pero es en serio... puedo pasar horas leyendo, incluso leer toda la noche. Y escribir, e inventar historias me fascina. También soy feliz al tocar el piano y por eso estaba estudiando Composición en la Universidad. Este año estuve pensando en cambiar de carrera (porque quisiera seguir disfrutando el piano como un hobby) a Letras o Periodismo. Pero antes me gustaría saber un poco más cómo es la vida del escritor, el mundo de las editoriales y toda la cosa. ¿Le contaría un poco de ud. a una extraña a miles de kilómetros y océano en medio?"
No soy muy de dar consejos ni ánimos a quien quiera escribir. Primero porque es inútil. Nada ni nadie podrá evitar que alguien que quiera escribir, escriba. Por eso, que yo recuerde, solo he dado dos consejos en este blog: no escribas, y -el siguiente fue un consejo interesado- no asesines a un escritor.
Además, tú, tan joven, demuestras tener la cabeza mejor amueblada que yo. Lo haces al exponer las cosas en el orden correcto: primero leer, y "en serio", y ese "también soy feliz"... De eso se trata, claro. Y yo tardé más que tú en descubrirlo. Yo estudié primero Derecho en la universidad de Zaragoza y lo que más feliz me hacía era la tortilla de patata que me tomaba con mi amiga Laura cuando nos íbamos a El Cuco a escaquearnos de clase de Derecho Administrativo. Luego estudié Humanidades en la Pompeu Fabra, en Barcelona, y lo que más feliz me hacía eran las clases, los profesores, las lecturas, los trabajos, las horas en la biblioteca... ¡Hasta Wittgenstein me hacía feliz! Y también los cruasanes del Paul, claro, pero siempre después de la última clase. ¿Te escapas tú a comer ¿empanadillas??
Me pides que te cuente cómo es la vida del escritor "y toda la cosa".
La vida del escritor es más parecida a la de un minero de lo que uno podría imaginar, pero sin las emanaciones tóxicas (por cierto, este sí es un consejo: no fumes, querida María Constanza). Está llena de facturas, como la de todos los demás, pero no siempre está llena de ingresos, como la de muchas personas también. Es difícil llegar a publicar. En definitiva, la supervivencia económica, querida María Constanza, no te la puedo asegurar; la felicidad, sí, y el sufrimiento, que también se sufre mucho en el propio acto de escribir. Pero hay muchas cosas disfrutables que puedes hacer relacionadas con el mundo de la escritura para ganarte la vida: traducciones, lecturas para editoriales... Yo aún hago muchas.
Los escritores, y más los de literatura juvenil, somos gente que ponemos en dedicatorias "no dejes de soñar", "que alcances tus sueños" y cosas así. A ti no hace falta decírtelo porque para cumplir los sueños sobre todo hace falta constancia, y tú eso lo llevas en tu nombre y en todos los años de piano.
Además, yo soy un poco más siesa. Yo, que ya soy madre, te diría que sueñes pero que no dejes de distinguir los sueños de la realidad. Pero también te diría que estrellarse contra la realidad, que también puede pasar, es más duro que estrellarse contra un sueño, y que, puestos a arriesgarse, el sufrimiento por una equivocación propia no es nada comparado con el que procede de una imposición ajena. En tu decisión llevas la anestesia. 
¿Sabes, María Constanza? Yo también hice la carrera de piano. Se me daba bien, me gustaba, di conciertos. Pensé en dedicarme profesionalmente a ello. Tengo un piano en casa. No lo toco todos los días. Puede que no lo haya abierto en todo el mes. Cuando me corto las uñas, siempre tan rasas, sé que no es para que no hagan clac-clac en el teclado del piano; lo hago para teclear mejor en el ordenador. ¿Para qué te cortas las uñas tú? Como decía Wajdi Mouwad, ¿para qué quieres usar tus manos? ¿Para lucir anillos? (entonces no te hagas escritora). ¿Para estrangular pollos? ¿Para acariciar cabezas de niños que te caen a la altura de la cadera? ¿Para empuñar un remo? ¿Para remover la tierra? ¿Para extirpar tumores? ¿Para calmar a un perro? ¿Para tocar el piano? ¿Para escribir? Me temo que a esa pregunta solo puedes responder tú.
Con mucho cariño,
Begoña
PD: Un consejo sí te daré. Si finalmente eliges las manos para escribir, querida María Constanza Molina Cortes Funes, vete buscando un pseudónimo, o acórtate el nombre, chiquilla, que no te va a caber el título en la cubierta.

En la imagen, de Herb Ritts: Eduardo Manostijeras, antes de descubrir que tiene las manos para hacer nieve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya!
Yo me las mordía, seh! las uñas, de envidia, cuando veía libros ilustrados y yo era simplemente un niño; un sueño.
El sueño se transformó en realidad y el niño en adulto.

Ah! por cierto, mi nombre completo es A.V.T.G.S. pero solo pongo en la cubierta A.G.
Tenés razón Oro, es que no cabe.
Un consejo para la soñadora escritora...¡ No surrender!

A.G.

La Oro dijo...

Qué bueno que soñaras, A.V.T.G.S.
Y qué buen consejo.
Gracias, siempre, por pasar y comentar.