miércoles, 20 de marzo de 2013

El Papa y yo

Me llama mi madre para decirme que si ya he visto lo del Papa. Le pregunto que qué del Papa. Me dice que eso de que ha dicho lo mismito lo mismito que yo.
-Hija, es que igual. Lo que decías tú de la terneza.
El Papa ha dicho ternura. En concreto, esto: “No debemos tener miedo de la bondad ni de la ternura”. Y lo que yo dije, hace ya tres domingos, fue que "nos harían falta cien Machados y mil Mimosines para devolver el prestigio a la bondad y a la ternura", y que a los tiernos dan ganas de comérselos, y todo esto.
Desde que empecé a escribir los domingos en el Heraldo, he tenido un complejo creciente de estar soltando homilías. Pero esto ya...
Creo que me voy a poner al servicio del Vaticano. Me da que se necesita también un cambio en la retórica. Díganme si no habría tenido mucho más exitazo el Papa aludiendo a Mimosín.

En la imagen: el Papa, con su cruz, y yo, con mis perlas, poco después de consensuar de qué tratará su próxima homilía y mi próxima columna.

3 comentarios:

Begoña R. dijo...

"Intra omnes; habemus Aurum"... :D

Alba Úriz Malón dijo...

Y el adorable perrito de Scotex. Y si me apuras, añade a la cesta un gusiluz. No hay en el mundo persona capaz de resistirse a eso :).

Cristina dijo...

Ojalá llegue el día en el que la comparación con la retórica de un papa sea un halago y no un "¿Pero qué me estás contando?" :).