Escribí sobre la familia real. Una columna, esta. No puedo decir que me la censuraran. Pero me invitaron muy educadamente a revisarla.
En ese momento, un escritor visceral pega un puñetazo en la mesa y dice: “¡o sale así o no sale!”, y añade un exabrupto. Pero yo soy una escritora muy cerebral, y muy mirada, y tengo muchos pelos en la lengua. Lamento si esto defrauda a alguien, pero hoy he leído un tuit de John Carlin que viene a explicar la coartada moral para ser como soy. Su tuit decía: “hay que ser buena persona antes que ser buen periodista”. Donde dice “periodista”, póngase “escritora”. Y mis pelos en la lengua tienen que ver con eso, con intentar ser buena persona, sin convertirme en un felpudo a poder ser.
Total, que cuando recibí esa respuesta del periódico, revisé el texto, toquiteé dos cositas y lo volví a enviar. Y entonces la respuesta fue “bueno, vale”. Pero yo me quedé inquieta. Y entonces se lo envié a alguien aún más cerebral que yo, alguien tan mirado que ni quiere que le identifique por no verse vinculado a este blog. Y le dije: “¿cómo lo ves?”. Y me dijo: “Definitivamente no pasa el test del FT. No va a haber dos personas que interpreten lo mismo. Imagino que ahí está el riesgo.” Y yo le dije: “¿El test FT?”, y le comenté que a mí no me importaba que interpretaran cosas diferentes. Y el señor Cerebral respondió: “A mí me adiestraron como manipulador profesional para que no quedara espacio para la interpretación. En un seminario de comunicación contaban que a los periodistas del Financial Times, en teoría con lectores sofisticados [no sé qué le hace pensar al señor Cerebral que mis lectores no lo son], les piden que sus artículos los pueda leer un niño de 12 años.”
¡Ostras! Toda la vida repitiendo eso de que la literatura infantil es aquella que también pueden leer los niños (la juvenil nadie sabe lo que es), ¡y ahora resulta que el Financial Times es el paradigma de la literatura infantil!
El señor Cerebral aún añadió: “Me temo que las múltiples interpretaciones son peligrosas en temas en los que hay gente fundamentalista con muy poco sentido del humor.” (Creo que ahí le faltó poner una coma porque no existen los fundamentalistas con sentido del humor.)
Y yo que me había declarado fan de la ambigüedad... Una vez les dije a los de El Tiramilla: “Creo que los lectores se merecen unos textos cargados de significado, de significados (pocas cosas me hacen tan feliz como unas palabras susceptibles de varias interpretaciones).” Glups.
Pues mira, no publicaré en el Financial Times, o sí, porque cuando escribo textos de divulgación, intento ser lo más clara posible. Igual ahí está el quid de la cuestión. En divulgación, o en manipulación, las múltiples interpretaciones pueden ser confusas o, como dijo el señor Cerebral, “peligrosas”. Pero en una columna de opinión, o en literatura… ¡En literatura son gozosas! Y además son imposibles de evitar. Eso sería como pretender poseer “la verdad en exclusiva” y aspirar cándidamente a transmitirla tal cual (don Juan Carlos, el abuelo, me tiene loquita con ese concepto de “la renuncia a la verdad en exclusiva”).
No hay “verdad en exclusiva” ni respuesta correcta en las preguntas de comprensión crítica. Cada uno lee lo que le da la gana. Si en algo somos soberanos es en eso, en la libre interpretación, y apropiación, de un texto, de un mismo texto. La lectura nos hace regios. Así que, Sus Altezas, vaya desde aquí mi reverencia. ¡Viva el Rey o Reina que es usted en tanto me lee! ¡Viva la lectura!
He dicho.
Y después de este arranque, me voy a seguir preparando ejercicios de comprensión lectora para niños a punto de leer el Financial Times. Ustedes, si quieren, pueden dejar su propio ejercicio de comprensión lectora en los comentarios. Me encantaría.
En la imagen: futura reina en prácticas de reinado (sobre un texto). Pero para soberanas al cuadrado, no se pierdan la maravillosa historia de una pasión lectora protagonizada por la reina Isabel II en Una lectora nada común de Alan Bennett. Háganme caso.
4 comentarios:
Es un artículo de opinión, ¡y las opiniones son todas! De todos modos no voy a pasar por la vergüenza de probar a leer el Financial Times, no sea que me convierta en el primero que no entiende nada.
Por cierto, si tienes curiosidad con el libro que lee S.A.R. doña Letizia... https://twitter.com/el_croni/status/247033415906512896
¡Qué bueno! ¡Claro que la tenía! (la curiosidad). Gracias, por eso y la opinión sobre las opiniones.
Yo creo que una de las cosas más bonitas de leer es que cada lector interpreta lo leído a su manera. Para mí, que un texto tenga múltiples lecturas le da valor, y precisamente es algo que suelo asociar a la literatura infantil y juvenil, porque no la lee igual un niño que un adulto.
De todas formas, sí que es verdad que en la prensa suele predominar lo claro y directo, sin ambigüedades. Por eso es una suerte que tengan a una columnista como tú, con tu sello personal :).
¿Leíste La dama de la furgoneta?
Publicar un comentario