miércoles, 22 de abril de 2015

Pelo corto y dientes largos en los premios SM

Querida Patricia (García-Rojo):
Dijiste que lo harías pero... ¡NO LO HAGAS! ¡No te gastes la pasta que acaban de darte por el premio Gran Angular en hacer un viaje con tu marido! ¡Pero, mujer, si vives en Fuengirola! ¡Que media Europa sueña cada noche desde camas suecas, futones alemanes, colchones de lana inglesa con pasar las vacaciones donde tú vives! Pero si tú misma reconociste la felicidad que has encontrado en ese mar...
Mira, si quieres cambiar de aires, intercambias casa con Pedro Mañas, el ganador del premio El Barco de Vapor. Os marcáis un homeforhome con tu casa y la suya. Él se pasea junto al mar con su camiseta de rayas y respira un poco de yodo, y tú respiras un poco de CO2.
Os lo pido como lectora, Pedro, Patricia. Os lo aconsejo como escritora y como “magnífica autora que ha conseguido [en el 2011] este Gallardón”, como dijo Ignacio González (14:50). Ni viajes ni caprichos: metro, tapas nuevas para zapatos viejos y patatas. Estirad el dinero, usadlo para escribir, para ser felices escribiendo (Patricia, tú dijiste que lo eras, “la persona más feliz del mundo” cuando escribes). Si puede ser, intentad solo escribir. Se te escapó, Patricia, aquello tan genial y tan políticamente incorrecto de que te gustaba mucho el colegio de pequeña pero que ahora que eres profesora, no estás tan segura de que te guste tanto. Normal. Si yo estoy segura de que tus alumnos también te hacen muy feliz, a ratos, pero es difícil dar clase, y prepararla, y corregir exámenes, y… y escribir a la vez. A mí me parece una heroicidad. Ni te cuento si tenéis hijos (Patricia, Pedro, cada uno por su lado, se entiende).
Pero, claro, ya lo decía unas pocas horas antes A., el chófer del ayuntamiento de Cartagena que me llevó de Cartagena a Albacete: “Me parece a mí que es muy difícil vivir solo de la escritura. Yo llevo a muchos escritores para esto del Hache y el Mandarache y unos son profesores, otros trabajan en Tráfico…” Yo a A., que me preguntó, le dije que me dedicaba solo a escribir, que es una mentira que me cuento a menudo para ver si algún día se hace realidad.
Cuentan los viejos del lugar que hubo un tiempo en que las cosas eran distintas, que hace unos años, no tantos, se podía vivir, y no mal, de la escritura. Pero vamos, aquello –lo siento, Pedro; lo siento, Patricia; lo siento, Terenci–, os digo que fue un sueño. Miren si no la larga tradición de artistas que mueren más flacos que una reina, consumidos no por el nervio sino por la malnutrición. Y eso tiene pinta de no cambiar, al menos aquí. Ayer, al escritor que trabaja en Tráfico y a mí se nos pusieron los dientes largos oyendo hablar a Juan Carlos Quezadas de ayudas gubernamentales a la creación literaria allá en México. Ganas daban de ir a conquistar, descubrir o mendigar a América. No, si ya lo dijo ayer Ignacio González que decía Ray Bradbury (o algo así, 14:50): “No es necesario quemar libros para destruir una cultura; basta con que los jóvenes dejen de leerlos”… y, añado yo, que los escritores dejen de escribirlos. O que se vayan de viaje.
Querida Patricia, querido Pedro, decía John Steinbeck que “la literatura practicada como profesión hace que las apuestas hípicas parezcan una ocupación sólida y estable”. Vosotros ya tenéis una trayectoria en esto, habéis publicado varios títulos. Ahora aparecen los premiados El mar y La vida secreta de Rebecca Paradise. Qué buena pinta tienen, qué ganas de leerlos. Lo que ahora os deseo de corazón es que estos premios sean el comienzo de una larga, sólida y estable carrera literaria. Y ya puestos, que vuestra carrera literaria os lleve un día hasta Cartagena, con Alberto Soler, con los jóvenes lectores.
Un beso,
La Oro
PD: Que no he dicho nada de la reina porque ya se ha dicho todo de su pelo corto. Se ha dicho menos –y lo merece más– de su tolkienismo recién confesado, de ese mono tan mono y del final de su discurso, que pueden leer aquí. Yo sigo pensando qué serán esas "otras cosas" a las que aludía cuando dijo: "Leer sí es imprescindible –no sé si otras cosas lo son tanto– para aprender a pensar". Ese inciso me tiene loca.
PD2: Si quieren, nos vemos mañana 23 de abril, Día del Libro. Estaré en el paseo Independencia, en Zaragoza, firmado libros, intentando hacer de la literatura mi profesión. De 12 a 14:30 en el puesto de la librería Cálamo y de 18 a 19:30 en el puesto de El gato de Cheshire. Besis.

5 comentarios:

Cecilia Frías dijo...

Querida Oro: Pero deja a la chica que se dé un homenaje, que al fin y al cabo no gana una El Barco de Vapor todos los días!! Por otro lado, lo de comer no solo de la escritura yo creo que ya lo tendrá digerido. Que eso de hacer de mujer orquesta (que lo mismo da una clase, que cocina unas lentejas mientras repasa las tablas de multiplicar o escribe una novela)es el pan nuestro de cada día. Rebecca Paradise divina, en El mar todavía no me he zambullido. Un abrazo y a seguir escribiendo, dirigiendo el tráfico o lo que se tercie. Y si no, siempre nos quedará el D.F.!!

Anónimo dijo...

ja ja..Oro, no cambiás, viste!
¿ más flaca qué una Reina??
¿ Qué Reina?
¿ Qué flaca?
jaja...
Me encantó, verte, saludarte, y hablarte. Seh!( Ah, y besarte, o me besaste vos amí?)

A.G.

La Oro dijo...

Tienes razón, Cecilia. Puritita envidia, eso es lo que me pasa. Un gusto verte ahí. La próxima vez, a ver si nos vemos en Guadalajara (México, claro).
A.G., "flaca" en argentino suena mucho mejor, más lindo. Nos besamos, nos besamos.

Anónimo dijo...

Besos castos, mejilla con mejilla,
se entiende, sí? o no?? jaja...

Por incierto, yo sí me zambullí en El mar, y me sorprende la portada que, aún siendo hermosísima, me resulta muy infantil.Tengo la sensación de que todo, o mucho, en la literatura juvenil se está infantilizando, diluyendo lo que creo antes era una frontera más definida.
No sé.
O sí sé, pero da lo mismo.

A.G.

La Oro dijo...

Oh, sí, castísimos, que se entienda, que si no, se me vacía esto de esposibles.
Yo soy una de las damnificadas que se quedó sin mar y sin vida, pero estoy deseando leerlos. Así, sin leerlos, tuve la misma sensación que tú: que la novela juvenil, sí, tan hermosa, podría ser la infantil, e incluso, por argumento, que la infantil podría ser la juvenil. Pero ya te diré cuando lo lea. Y sí, yo también creo que las fronteras se están diluyendo. Y creo que me gusta.