Se suele contar más cuando se gana. Y entre exclamaciones: "¡He ganado el premio Patatín Patatán!". Pero cuando estuve en Estados Unidos, los mismos alumnos que viven inmersos en la cultura del éxito, esos chavales para los que el peor insulto es loser, no dejaban de preguntarme por mis fracasos: por los libros que me rechazaron o aquellos que no llegué a terminar. ¿Acaso resulta reconfortante o aleccionador conocer los fiascos ajenos? Espero que sí, y con esa esperanza lo cuento: he perdido el premio El Barco de Vapor.
Ni siquiera sé si es correcto decir que lo he perdido. No sé si se puede perder algo que no se tenía. Solo sé que me había presentado al premio El Barco de Vapor y que no lo he ganado.
Leo aquí, en los comentarios, que ya han llamado al ganador. Me encantaría que fuera un autor desconocido. O una autora. Aunque, dado como está el patio, tampoco me importaría que lo ganara un buen escritor profesional y que ese premio le permitiera no tener que dejar de serlo.
Leo también que al premio El Barco de Vapor se habían presentado 244 originales y al Gran Angular, 143, o sea que hay 385 humanos a los que acompaño en el sentimiento.
A esos 385, besis.
En la imagen, de Dorothea Lange: yo, pensando: "¡Dios mío! ¿Cómo voy a sacar ahora tiempo para escribir otra novela si tengo que coger, y buscar, trabajitos como una loca? ¿Cómo voy a alimentar a mis pobres hijos?"
Ejem, Oro, tu propósito de Año Nuevo, tu único propósito, fue no quejarte. Y además tú solo tienes un hijo. Y tienes los tápers de tu madre.
Ah, bueno, pues... En la imagen, de Dorothea Lange: yo, pensando: "Cachis la mar. A ver qué hago ahora con la novela que presenté al premio. Tan especial que era esa historia..."
Querrás decir que "es".
"Tan especial que es..."
Actualización: unos pierden y otros ganan, y yo que me alegro (18/1/2014)
Aunque este no es un blog de actualidad literaria, no puedo reprimir las ganas de editar este post al enterarme por un blog que sí informa de verdad sobre la LIJ de una noticia que me parece maravillosa: Paloma Muiña, que se parece más a la imagen de Dorothea Lange que yo misma, al menos en número de churumbeles, ha ganado el premio Ala Delta (y Elena Alonso, el premio Alandar, pero es que con Elena Alonso no tengo el gusto). ¡¡Enhorabuena!! Y... ¿cómo lo haces, Paloma Muiña?
5 comentarios:
¿Y tú? ¿Cómo lo haces para llegar a todo: lecturas de colores, mercadillo contra el cáncer, originales para el premio, encuentros con lectores, presentaciones a las congregaciones... y un niño y dos blogs y una sonrisa permanente?
Gracias, Oro.
No hay que ser avariciosos, Begoña. ¿No ganaste hace relativamente poco tiempo El Gran Angular con una de croquetas? ¿Para qué quieres más premios?
Míralo por el lado bueno, te ahorras tener que quitarle el polvo a otra escultura, estatua ecuestre o lo que sea (¿tiene forma de barco?).
Gracias, Lamar. ¿Que cómo lo hago? Malamente. Y la sonrisa se me pone al leerte a ti. Enhorabuena otra vez.
Anónimo, gracias por el comentario. Sí, el tiempo es relativo, o algo así dijo Einstein. El Gran Angular lo gané hace tres años con "Pomelo y limón". ¿Para qué quiero más premios? Para poder dedicarme a escribir mis cositas sin tener que hacer otra cosa (véase en este blog "Escritoras cabreadas"). Y para tener otra preciosa escultura de Alfonso Ruano (es igual que el premio Gran Angular: un niño leyendo) a la que limpiar el polvo de vez en cuando. :-)
En los premios siempre gana uno y pierden todos los demás. Los que ganan deberían pensar en eso. Y no crerse que tienen a Dios cogido por la barba. Hay autores que raramente ganan premios y sin embargo tienen excelentes críticas y hasta buenas ventas. Todo es relativo (en fin, casi todo)
Aun así Begoña ya tu tienes con Pomelo y Limón un premio Gran Angular
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