jueves, 22 de agosto de 2013

Besos

¡Oh, qué agradable sorpresa! ¿Aún están ahí? Y qué morenos y qué guapos.
Andaba esperando el beso de un príncipe para despertar pero es agosto y ¿qué puede una esperar de agosto si no es al tío Paco con la rebaja?
En fin, que hay que saber cuándo ir a dormir, y alguien debería habérselo dicho a Moritz Erhardt (y digo esto de paso, así, a la ligera, porque como ahonde en la perversión que hay tras esa muerte, me vuelvo otra vez a la cama), pero que también habrá que despertarse, ¿no? Y si no viene un príncipe besucón, habrá que levantarse por el propio pie, que pocas cosas hay más aburridas que fingirse dormida. Bueno, al principio no está mal, aparte de que es inevitable: uno se levanta de un sueño así sin ganas de nada, solo de temples. Luego, cuando ya vas despertando, te entra la tentación de seguir cómodamente ausente, haciéndote la dormida, escuchando a hurtadillas, abriendo un ojillo cuando nadie mira... Pero al final...
Miren, llevo un rato haciéndome la dormida y he llegado a la conclusión de algo que seguro que aprendió la Bella Durmiente: el mundo continúa sin princesas, pero las princesas no pueden continuar sin el mundo. Para mí que la Bella Durmiente en realidad utilizó el beso del príncipe como coartada para escapar del tedio de un sueño de cien años. Nunca desdeñen el aburrimiento como motor de acción, especialmente en Oklahoma y en la corte.
Y además, ¿qué es eso de un ballet con una bailarina que no mueve una pestaña, un blog de una escritora que no escribe? A una bailarina la dejas un rato tumbada en un tálamo deluxe sin otra cosa que hacer que entregarse a un sueño reparador en espera de un beso, y le acaba dando un delírium trémens (no me culpen a mí por las  tildes; culpen a la RAE, y léase "culpen a la RAE" a este ritmo). Esto de mover la tibia, el peroné..., igual que esto de hacer bailar las falanges sobre un teclado, es una adicción como otra cualquiera, o sea, una adicción de mierda. Si lo sabré yo. Aunque la verdadera, la auténtica adicción, es que ustedes me lean. Si no, a santo de qué iba a escribir aquí. ¿Saben la cantidad de cajones que tengo en mi casa?
 Los daré yo: besos.

En la imagen: yo, modo bella durmiente delfín.
Gracias, muchas gracias a Marta, Librosfera, Llibrería Al·lots, Begoña, Mr. Blogger 2013, Alba, Llorens... y a todos aquellos a los que leí por el rabillo del ojo cuando aún seguía sin ganas de nada, gracias por ir engordando las ganas de levantarme de una vez.

3 comentarios:

Begoña R. dijo...

¡¡¡Hola, preciosa!!! ¡Qué alegría!

:3 :3 :3 :3 :3 ;)

Sam Fisher dijo...

Me ha encantado lo de las tildes.

Paula dijo...

Un texto perfecto para mí, una bailarina a la que le encanta escribir. ¡Gracias! ¡Eres Oro!