lunes, 25 de abril de 2011

¿Abrazas o escribes?


¿Han leído lo que dice el posavasos de la imagen?
Miente.
Miente como un bellaco. "Pasamos desapercibidos. Justo como a nosotros nos gusta", dice. ¡Mentira!
Ese posavasos pasaba desapercibido hasta que le dio por escribir esas palabras. Porque esas palabras, como todas, están escritas para llamar la atención.
Yo creo que, en general, los que escribimos somos tímidos; necesitamos ese parapeto de papel, o de bits, entre nosotros y los demás. Otros abrazan. Pero nosotros, los escritores, escribimos. Escribir es nuestra manera intermediada de hacer que nos perciban. Nuestra tímida manera de estar con alguien (el lector). Tímida y osada a la vez, porque sabemos que cuando el lector se quede a solas con nuestras palabras, habrá entre nosotros una intimidad bochornosa, una intimidad que se nos haría intolerable en persona.
He leído varios escritores que decían que escribían para que se les quisiera. No sé quién fue el primero que lo dijo. Seguramente un escriba egipcio. Claro, ser querido es la manera más hermosa de ser percibido. ¿Y a mí que me parece que los escritores (ellos, los hombres) escriben más para que se les quiera y las escritoras (nosotras, las mujeres) escribimos más para querer? Digo así, en general. Así, indemostrable e irrefutablemente. Pero me voy, me voy.
A lo que iba. A veces, por ejemplo, en las firmas, no hay parapeto que valga, y lectores y escritores se ven las caras. Y al escritor le inunda la vergüenza, pero es una vergüenza chispeante, esa misma que precede a las cosas buenas. Y entonces se le acerca un lector y el escritor se da cuenta de algo con lo que no contaba: ¡el lector también siente vergüenza ante ese encuentro! Y al reconocerse ambos en su timidez se sienten como una pareja en su primera cita, un poco tontos, un poco felices. No se sabe entonces cuál de los dos está más abochornado. Bueno, sí, el más abochornado es el escritor que se queda solo, ese al que no se le acerca ningún lector, ese se muere de la vergüenza y de la pena mientras pone cara muy digna. (Alguno así vi en Sant Jordi. No le tiré ninguna piedra.)
Por eso, si me queréis, venirse. Andaré firmando, abochornada pero feliz, por aquí:
  • miércoles 27 de abril de 18 a 19h en la FNAC Callao (Madrid)
  • viernes 13 de mayo (y sin miedo, ¿eh?) a las 19h en la librería Nobel (Cortes de Aragón 24, Zaragoza)
  • domingo 29 de mayo por la tarde. Feria del Libro de Madrid (caseta SM)
Y próximamente más.
Ah, y si quieren a Ana Alcolea, vayan el jueves 28 de abril, a las 19h al museo Pablo Gargallo (Zaragoza). Ese día, vecino Nesquens y yo tenemos el honor de presentar su libro "La noche más oscura", VIII Premio Anaya. Si tengo tiempo, me encantaría dedicarle un post a ella solita. Pero lo apunto por si acaso...

3 comentarios:

Sandra Andrés dijo...

Maravilloso el artículo, Begoña.
Nos veremos el jueves en la presentación de mi amiga Ana. Un beso!

Mai dijo...

¡Ay, alquimista! Lo que daría por llevarme una rúbrica tuya en un libro, o en una servilletita y guardarla en mi caja de secretos.

La Oro dijo...

¡Gracias, Sandra! ¡Nos vemos!
Lo tendrás, lo tendrás, Mai...
Ah, después de escribir este post, leí la estupenda columna de Óscar L. Mencía en El Tiramilla, que viene a contar algo parecido, pero desde el otro lado. Me encantó leerla.
http://eltiramilla.com/renglones-propios/