A fardar de farsi.
Oh, yeah.
Hasta ahora me habían traducido al alemán, al coreano, al portugués y a todas las lenguas cooficiales del Estado. La novedad es que una selecta editorial iraní ha flipado con El niño del carrito y lo va a traducir al persa (farsi). Y por lo legal. Lo especifico porque lo normal, según me cuentan, es tirar por la calle de en medio y publicar a lo loco, sin contratos ni historias. Me dice M.P.:
"En contra de lo que es habitual en el país, que no ha firmado ningún tratado internacional en relación con la protección de los derechos de autor y donde el pirateo campa a sus anchas como la cosa más normal del mundo, hay un grupo de editoriales, entre la que se encuentra esta, que quieren hacer las cosas bien y suscribir los contratos correspondientes. (...) Y hasta aquí, todo estupendo… Otra cosa es la oferta económica.
Llevo un tiempo de tira y afloja con ellos. La oferta inicial era un 3% por los derechos del texto y los de las ilustraciones. Ni contarte hacerles entender que algo debían pagar como anticipo… Finalmente, y me dicen que no pueden llegar a más porque tienen que competir con otros editores que no tienen coste de derechos alguno porque directamente piratean, ofrecen un 4% (derechos del texto + derechos de las ilustraciones), con un anticipo de 400€. Una vez deducida la comisión de la agente iraní (10%) y la participación de nuestra editorial, distribuiríamos entre ti y la ilustradora en función de vuestros correspondiente porcentajes de derechos. (...) Ya sé que la oferta no es precisamente florida, pero podrías presumir de ser uno de los poquísimos autores españoles de literatura infantil con libros traducidos al persa, y encima de forma legal, sin pirateo."Y en eso estoy ahora mismo, en lo de presumir. Bueno, y también en lo de educar, por esa vis pedagógica que al parecer llevo en la sangre. Si no, a santo de qué les copio este mensaje y detallo estas miserias; a santo de qué les pongo la posdata que verán al final. Para que vean con qué tienen que lidiar autores y editores.
Por eso, por lo heroico de esta actitud de la editorial iraní, estoy aún más feliz.
Acabo de firmar una factura por 137,70 euritos netos que me sabe a gloria persa.
Acabo de plantar una pica en Irán.
Ya me parezco un poco más a Elvira Lindo.
PD: Si es usted un docente y quiere hablar con sus alumnos del tema de la piratería, no deje de ponerles esta pillow talk en la que Sebas G. Mouret y Jorge (@iampopez) hablan de las descargas ilegales.
Imagen de la fotógrafa iraní Shadi Ghadirian.
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