Fui lectora antes que editora, editora antes que escritora... He comenzado una cadena trófica inversa; en vez de comer al siguiente de la cadena, devuelvo al anterior, lo restauro. Intento ejercer la profesión de la que fui víctima. Redimo así mis pecados y procuro hacerlo mejor toda vez que he sufrido en mis carnes las incomprensiones del estadio anterior. Si todos hiciéramos algo así, quizá pelearíamos menos. Lo malo es que todos acabaríamos siendo teleoperadores.
Antes de llegar a ser teleoperadora, yo aún tengo varios estadios intermedios que aún puedo ocupar. Posiblemente lo siguiente en esta cadena sea ejercer de periodista, de entrevistadora en particular. Como escritora, he sufrido varias entrevistas, aunque debo reconocer que la mayoría de las tonterías que constan en ellas son exclusivamente achacables a mí. Pero cuanto más te entrevistan, más consciente eres de que quien tiene el mando no eres tú. Quien hace buena, o mala, una entrevista no es tanto el entrevistado como el entrevistador.
Hace poco me han hecho una entrevista que me ha gustado mucho. La entrevista, que apareció en el suplemento cultural del diario Información de Alicante y que pueden leer aquí, no está exenta de mis tonterías, pero me gusta porque es como si el entrevistador, Óscar Mora, confiara más que yo misma en que tuviera algo interesante que decir, y ese es un gran punto de partida. Intentaré recordarlo cuando deje de ser escritora para pasar a ser entrevistadora en este camino de expiación con destino a Movistar. Esperen mi llamada. La recibirán cuando más la deseen, nunca a la hora de la siesta. Les regalaré megas, compañía y esperanza. No les pediré el número de cuenta, no grabaré la llamada, les pondré música bonita, nos reiremos.
En la imagen: Óscar Mora y yo misma, en plena entrevista.
1 comentario:
Gracias por escoger una foto que me permite mantener el anonimato
Anónimo Mora
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