martes, 18 de junio de 2013

Pan con pedos

"No puede uno fiarse de nadie, moñaca, ni de uno mismo. Yo una vez me tiré un pedo y me cagué."
Es una frase de Croquetas y wasaps. Pero ahora mismo -y esa es una de las cosas por las que me gusta tanto escribir- se ha escapado de mi novela y ha pasado a formar parte del acervo cultural (¿se puede llamar "acervo cultural" a algo que incluya la palabra "pedo"?) de muchos lectores. La frase ha hecho arquear la ceja a mi padre, que es muy fisno; ha hecho reír a mi hijo; ha sido el perfecto colofón de esta incendiada reseña croquetil que me tiene loca de contento...
Pero esa frase no es mía. Esa frase me la subí un día de la panadería junto a una barra mediterránea. Eva, mi panadera, solo me cobró la barra. No sabía que me llevaba de ella algo con más miga: esa frase que dijo que decía su tío, y que soltó junto a una carcajada integral y ronca de esas suyas y un "perdón" de circunstancias.
Son muchas las frases que he robado a otros para construir a ese abuelo de mi novela que también es mi personaje favorito. Pero eso igual lo cuento otro día, porque son batallitas de montañera, y son largas. De momento, vaya mi agradecimiento público a Eva, mi panadera. Dentro de un par de horas, irá el privado, y unas magdalenas de Caspe y una barra mediterránea.

A veces tengo la sensación de que la literatura no es más que una empresa de mudanza cargando palabras de un lado a otro, colocándolas de una nueva forma en un lugar diferente, tirando al contenedor las que no sirven... una esforzada empresa donde a veces no hay ascensores ni elevadores que valgan, rodeada de pesados pianos, recuerdos embalados y cajas donde pone FRÁGIL.

En la imagen, de Willy Ronis: yo, memoria de pez, corriendo a todo correr para llegar a casa y apuntar la frase que he oído a Eva antes de que se me olvide.

8 comentarios:

Mara Oliver dijo...

jejeje, así da gusto empezar el día, con una buena carcajada.
Gracias :D

La Oro dijo...

Y así da gusto. Con un comentario de Mara Oliver. (Te eché de menos en la feria. Snif.)

Begoña R. dijo...

¡Viva el abuelo!

Para mí, el mejor personaje del libro.

Abrazos.

Nia dijo...

Begoña, ¡debo leerte ya!

Cristina dijo...

Y yo me quedo con estas palabras tuyas:

"A veces tengo la sensación de que la literatura no es más que una empresa de mudanza cargando palabras de un lado a otro, colocándolas de una nueva forma en un lugar diferente, tirando al contenedor las que no sirven... una esforzada empresa, donde a veces no hay ascensores ni elevadores que valgan, rodeada de pesados pianos, recuerdos embalados y cajas donde pone FRÁGIL."

A ver si pronto conozco al abuelo...

La Oro dijo...

Begoña R., ¡viva! Y otro abrazo.
Alba, jo, gracias. Me mondo con tu comentario. Si conocieras a Eva... Cualquier parecido entre Eva y Chema, el de Barrio Sésamo, es pura coincidencia.
Nia, no seré yo quien te saque esa loca idea de la cabeza. ¡Gracias!
Rusta, di que sí, que tú sabes. :) El abuelo también está deseando conocerte, pero es muy comprensivo con las pilas de libros que seguro que te esperan.

Anónimo dijo...

¡ Si yo le contara...!
...los concurso que hacíamos mi hija y yo, cuando ella era pequeña...ahora se avergüenza, je je...
Si supiera que cuento esto me mataría.
Tan fisna vos y hablando de pedos?
Eso dice mucho en su favor.

A.G.

La Oro dijo...

Jajajaja.
Estas cosas suelen venir de familia. Mi abuelo era un pedorro formidable. (Y también: si él supiera que cuento esto, volvería a morirse.)
Me alegra saber lo de su concurso, aunque me apena que su hija se avergüence. Mándela a tomar viento. O a echarlo.