Estimado Arturo:
Dices:
"Han caído en mis manos algunos libros de texto escolares para niños de diez a trece años. Sólo fueron media docena, aclaro. Ignoro si todos tocan el mismo registro, o por una siniestra casualidad cayeron en mis manos sólo raras bazofias. El detalle es que con ellas se forman escolares en España. No sé si muchos o demasiados, pero da igual: con los que he visto estudian miles de niños. Todo lleva mucho dibujito, mucha estampita, mucho colorín. Como envoltorio. Y dentro, unos textos escritos con desgana, sin criterio. Superficiales y sin sentido. Hasta el punto de que su atenta lectura me deja en la tecla varias preguntas. ¿Quién los hace?, es la primera. ¿Nadie es responsable de su contenido?... Porque, aunque figuran nombres y editoriales, este aspecto parece más bien difuso. No queda claro si se trata de autores con implicación directa o de comités de lectura, supervisores apresurados de textos que redactan otros: mano de obra barata que debe cumplir plazos urgentes, negros sin cualificación y sin motivaciones. Porque dudo que gente solvente, seria, con autoridad docente, sea responsable de algunas de las cosas que he visto.Lo dices entre otras muchas cosas, pero me centro en esto porque si respondo a todo tu artículo acabo haciendo el borrador de una nueva ley de educación, y es lo último que nos faltaba.
Resulta menos evidente en matemáticas, por ejemplo. En disciplinas donde dos y dos suman cuatro. Pero cuando se refieren a lengua, conocimiento del medio y cosas así, el desorden y la aparente improvisación saltan a la cara en cada página. Las ideas básicas se pierden en detalles accesorios, lugares comunes, vaguedades facilonas. La Historia se plantea sin cronología, con absurdos y confusos saltos adelante y hacia atrás que nada establecen. Tampoco hay lecturas, o muy pocas. Ni criterio. Sólo ideas simples sin contexto intelectual, ni contrastes. Los textos se limitan a cumplir, supongo, con programas generales; pero no ahondan en nada. Todo es falto de rigor, sin plan último."
Perdona que no te haya contestado antes pero llevo toda la semana trabajando en un libro de Lengua buscando la mejor traducción de La vuelta al mundo en ochenta días, escogiendo un fragmento, decidiendo si poner Julio o Jules, elaborando preguntas de comprensión lectora... y tenía a la editora persiguiéndome con una fusta.
Respondo, ya ves, por alusiones porque tú preguntas quién hace los libros de texto, y te respondo: yo. No sola, claro. Aparezco en los créditos de decenas de libros de texto entre un pelotón de personas serias, acompañada por otro pelotón de editores, responsables de sus contenidos.
Arturo, si te deseara algún mal en esta vida, sería que tuvieras como editor a alguien procedente del mundo de los libros de texto. He conocido muchos editores (editoras sobre todo) y, créeme, no los hay más pesados, pejigueros, tocapelotas (uy, que me estoy pérez-revertiando)... quiero decir, más exigentes, meticulosos, rigurosos y sistemáticos que aquellos que editan libros de texto. Ni los ingenieros, ni los del CSI, ni los artificieros; no hay oficio que requiera tanto cuidado y que conlleve tanta consciencia del riesgo y de la responsabilidad como el del editor de libros de texto.
En una cosa te daré la razón: los autores de libros de texto somos mano de obra barata que debe cumplir plazos urgentes, o al menos yo. Juzga tú mismo: por este trabajito para dos libros de Lengua que llevo haciendo desde finales de agosto voy a cobrar 2.300 euros. Teniendo en cuenta que el trabajo me va a llevar más de seis meses, teniendo en cuenta las horas que he metido y que meteré, teniendo en cuenta que firmo una clásula en la que me comprometo a hacer en un futuro los cambios que sean necesarios cuando la nueva ley deje de ser una adivinanza, porque sí, los textos cumplen, aunque no "se limitan a cumplir", con programas generales que vienen dados por la ley... considero que mi trabajo no está exactamente bien pagado.
[Cielos, años labrándome una imagen de lujo, aristocracia y glamour para acabar detallando estas miserias.]
Me dirás entonces que por qué lo hago. Y ahí es donde te respondo a lo que más me duele, a aquello sobre los "negros sin cualificación y sin motivaciones". Arturo, soy blanca, y podría estar haciendo otras cosas, pero si hago esto es porque me gusta, porque aprendo una barbaridad con cada libro, porque creo que puedo aportar algo (mi rigor, mis conocimientos, mi exigencia, mi salero)... Hoy mi hijo, de siete años, jugaba al Pasapalabra conmigo. Era él quien hacía de presentador e inventaba las preguntas. "Empieza por la b", me ha dicho, "trabajo". La palabra en la que había pensado y que no he sido capaz de adivinar era "vocación", lo que dice muy poco a favor de la ortografía de mi hijo y mucho a favor de su futura implicación laboral. Pues eso, Arturo, que esto de la educación -los docentes lo saben- es como un sacerdocio.
Te diría más, como que encontré tu artículo un poco "falto de rigor" y algo "difuso", pero es que, de verdad, tengo mucho trabajo pendiente, unos plazos urgentes que cumplir y una editora que no se cansa de perseguirme y pedirme más y más.
¡Ah! Y también se pueden dar clases sin libros de texto.
Un beso,
Begoña Oro
PD: Da un poco de risa o de no-sé-qué llegar al final de tu artículo en tu página web y leer eso de "Santillana Ediciones Generales S.L.".
En la imagen, de Eugenio Recuenco, Arturo y yo. Arturo, querido, que si prefieres el florete no hay problema, que yo también he tenido maestro de esgrima.
Edito (11-3-2013): Manda huevos que haya tenido que editar esta entrada para corregir la cantidad que voy a cobrar. En principio, y así lo había escrito, iban a ser 3.160 euros, pero esa cantidad incluía la elaboración de los recursos didácticos, y no me siento con fuerzas para hacerlos, así que finalmente cobraré la bonita suma de 2.300 euros. No calculo a cuánto me sale la hora porque no quiero acabar dando la razón a Arturo y hoy estoy a un tris de sentirme "sin motivaciones". Ahora, lo bonita que me ha quedado la unidad 12...
5 comentarios:
Al leer el artículo de Pérez-Reverte no he podido evitar pensar que es muy fácil juzgar desde fuera, sin conocer a fondo cómo funciona el sistema educativo. Aunque creo que tiene razón cuando critica la falta de consenso de los partidos en este ámbito, en todo lo demás me parece un adulto intelectual que no consigue entender que los libros de texto se dirigen a niños que, en ocasiones, encaran el estudio con desgana y necesitan materiales adaptados a sus necesidades, con dibujitos y una presentación adecuada del texto, sin perder por ello el rigor. Además, me parece muy atrevido juzgar el estado de la educación solo por los libros de texto: los profesores juegan un papel fundamental a la hora de sacarles partido.
En fin, perdona por comentar este artículo en lugar de tu entrada. Creo que has hecho una estupenda defensa de tu trabajo (que, por cierto, pensaba que estaba mejor pagado).
¡Un abrazo!
No se puede generalizar; no dudo de que el sr. Pérez-Reverte haya podido encontrarse malos libros, yo también me he encontrado con novelas más bien maluchas... y no por eso despotrico contra los escritores en general! Es cierto que un libro educativo puede tener más impacto (está pensado para educar), pero, Begoña, creo que ya le has dejado bien clarito cómo se construye un libro de este tipo, ¡con mucha bocación, digo vocación ;-), y entusiasmo a pesar de los plazos! Saludos, S.
y se atreve a llamar estampitas a las fotografías, ¡¡que humillación!! (aprovecho que este no es un blog de paz para demostrar mi rabia).
el fragmento, cuando se entera de que ha ganado por dar la vuelta en el sentido del sol y le hechas una mano al profe de conocimiento del medio (trabajo en equipo).
un saludazo
en el sentido contrario, claro
Rusta: Oh, sí; tiene toda la razón respecto a la falta de consenso (ese Pacto por la Educación...). Oh, sí; los profesores lo son todo.
Susana: ¡Biba la bocación! :)
Alba: ¡Gracias! Es por las clases de esgrima. Son pura educación llevada a la lucha, y elegantan mogollón.
José: ¡Este es un blog de paz! Bueno, lo era. Últimamente se me está desmadrando. Pero haces bien en reclamar la dignidad de las "estampitas", aquí y donde haga falta. Y gracias por la sugerencia respecto al fragmento, pero... ¿¿no te parece un megaspoiler?? Preferiría que se enteraran al final, si se animan a leer el libro. ¡Y que se animen!
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