Esto va sobre la fiesta de los premios SM. Bueno, vale, y un poco sobre doña Letizia, que tampoco voy a ir a estas alturas disimulando mi obsesión por las princesas.
Además, unos disimularán mejor que otros, pero todos estabámos ahí por la princesa. Esperanza Aguirre prácticamente le dedicó el discurso enterito: Su Alteza por aquí, Su Alteza por allí... Los premiados solo querían besarla a ella, como puede verse aquí. La mujer de la embajada mexicana que sacó el mago de entre el público, vino para verla, como se vio obligada a confesar. Y es que resulta que el presentador de la fiesta, el genial mago More, quiso hacer un truco con dos ayudantes, una de cuerpo presente, la sin par mexicana escogida entre el público, y otra a la que llamarían por teléfono. La mexicana eligió llamar a su amiga, también sin par, también mexicana, Paty. Y le dijo, a micrófono abierto: "Paty, ¿te acuerdas que te conté que esta tarde iba a un evento con Su Alteza?".
Y ahí estábamos, en un evento con Su Alteza.
Tanta Alteza, tanta Alteza, estuve a punto de olvidar que a lo que íbamos era precisamente a destronarme. Porque sí, hasta este martes, yo era la premio Gran Angular. Y ahora lo es Jesús Díez de Palma con El festín de la muerte. Y al amigo Nesquens lo ha destronado Catalina González Vilar con El secreto del huevo azul. Y a Arlet Hinojosa la destronó Alba Quintas, como ganadora del premio Jordi Sierra i Fabra.
En fin. Lo que sucede es que el mago More, en uno de sus trucos, sacó mi libro Pomelo y limón, aquel con el que gané el premio, y yo me puse a pegar saltitos en la silla, y pensé: "Begoña, tú siempre serás premio Gran Angular". Y entonces todo aquello que veía desde la silla y que parecía tan importante y tan lejano, los discursos, los premiados, los aplausos, se volvió real-real. Y cuando llegó el momento de la foto de autoridades y premiados, ese bonito momento en que hubo una confusión aún mayor que con los besos, sonó Sunrise, de Norah Jones, y yo me puse a sonreír como una maniquí francesa acordándome de aquella historia que me contó mi vecino de abajo, de un fotógrafo no muy políglota que intentaba hacer sonreír a una modelo extranjera diciéndole, convencido de la traducción: "¡sanrais, sanrais!" (lo que viene a ser "sunrise, sunrise", o sea "amanece, amanece"). Desde entonces es oír sunrise y ponerme a sonreír como una modelo extranjera. Se puede comprobar en la foto, en la que estoy rodeada de maño power: David Lozano, que es y siempre será también premio Gran Angular; Ana Alcolea, que es y siempre será premio Anaya; y Nerea Marco, que aun siendo insultantemente joven, ya ha sido y dejado de ser cosas, como por ejemplo ladynere. Yo soy la de la izquierda, esa a la que, de tanto sunrise, no se le ven los ojos. El joven escritor que asoma por detrás es Jorge Gómez Soto.
Luego, en el cóctel me harté de dar besos, pero me fui con la sensación de que me había dejado un montón de besos que dar. Lo siento. Ya dije que esa noche la gente se lió mucho con lo de los besos. Pero lo mismo que dicen por ahí que da suerte que alguien se olvide de nombrarte en una crónica de la fiesta del premio SM, también da suerte que Begoña Oro no te bese en una fiesta del premio SM. Como quiero que mucha gente tenga suerte, además de los no besados, quiero que haya muchos no nombrados, pero no puedo dejar de mencionar el estilismo tan ideal de Alba Úriz y de Lorena Moreno, el pelo bicarbonatado y el traje sin mancha de Carmen Pacheco, las barbas sospechosas de Miguel Ángel Mendo y de Emilio Urberuaga, la forma de abrir los ojos de la princesa al detallarme el argumento de El festín de la muerte y la consiguiente punzada de celos que sentí (el año pasado me hablaba con ese entusiasmo de MI libro), las gafas de Mar Peris que me impidieron reconocerla como la @marcipf a la que sigo y seguiría hasta el fin de twitter, y la mirada de cervatillo ante unas fresas salvajes de Jesús Díez de Palma que tanto me recordó a la mía hace un año. Me dieron ganas de pintarle los labios de bonheur, porque, lo que es a mí, todavía me dura.
Sunrise, sunrise. Amanece, que no es poco.
7 comentarios:
Entonces me esperan días de suerte, porque me quedé con las ganas de presentarme y darte dos besos. Soy un lector asiduo del blog que se cortó a la hora de saludarte.
¿¿Que estabas allí?? ¿¿Que no te presentaste?? ¡Muy mal! El año que viene no te libras de la mala suerte.
Sólo tres comentarios.
1.- Me alegro de tu nuevo texto.
2.- Diga lo que diga la RAE, para mí no será nunca lo mismo "sólo un café" que "un café solo".
3.- Escucha "Amanece que no es poco" de El lunático, grupo de Almería que me acogió toda una noche de insomnio.
sunrise, sunrise... es mejor que el dientes, dientes de la plebe marbellil :D me encantaaa
esta usted guapísima, de cuento, oiga,apuesto a que notaría un guisante bajo veinte colchones :)
un besote!!!
Hola, guapa. Soy "el joven escritor que asoma por detrás". Era para decirte que me encantó encontrarte y que no tenías cara de destronada.
Begoña Oro es una chica excelente, es ganadora del Gran Angular, ¡y siempre lo será!
Madame Oro: se ve divina en la foto... Yo no estuve pero espero estar, como dice Mlle. Úriz, cuando presentes tu próximo libro por los madriles. Besos y abrazos, (también para mi estimado "joven escritor que asoma por detrás" , que no sé de dónde saca tiempo para acudir a los eventos y compartir tanta información de LIJ en su estupendo blog:-) Más besos,S.
Tu charla de hoy ha sido ¡Impresionante!, después de ella, hay que ver todo lo que he reflexionado sobre todas esas cosas que nos has contado. ¡Muchos saludos!.
Paula (Colegio San José, Medina)
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