domingo, 22 de febrero de 2015

Cuando Jürg Schubiger era joven todavía

Jürg Schubiger, antes de ser escritor, fue jardinero, leñador, cortador de cartones, tallador de madera… Al final, cuando le dio por estudiar, estudió tanto que hizo tres carreras: Filología Alemana, Psicología y Filosofía. Y se nota. Se nota que le gustaba pensar y hacer pensar, y se nota que sabía cortar (flores, árboles, cartones, maderas, palabras...). Porque para ser un buen escritor hay que saber cortar, sobre todo cortar el rollo: no poner más palabras de las necesarias, no soltar sermones…
Jürg Schubiger sabía hablar de lo importante sin soltar sermones. Hace solo quince días que la Muerte vino a casa de Jürg (Cuando la Muerte vino a nuestra casa es uno de sus libros), pero cuesta creerlo porque su obra sigue viva y en ella todo parece nuevo, fresco, recién inventado. Fíjate en algunos de sus títulos: Cuando el mundo era joven todavía, Así empezó todo, Dos que se quieren. Sus cuentos hacen pensar a niños y niñas desde los 8 hasta los 108 años. Pero mejor lo compruebas con uno de ellos, incluido en Así empezó todo, un cuento que, con la sencillez de una mina de lápiz, te deja una lección y una sonrisa en la boca. Y que conste que eso —repartir lecciones y sonrisas al tiempo— no es tan fácil como Jürg hace parecer.

DOS LAPICEROS
Un lápiz y un lapicero de color estaban discutiendo cuál de los dos era más importante. Para demostrar lo que sabía hacer, el lápiz dibujó una barca de remos, un velero, una balsa, una canoa y un transatlántico. El lapicero, que era de color azul, pintó el mar debajo de ellos.
Cuando los dos ya estaban cansados, sedientos y casi sin punta, el lapicero de color dijo:
—Querido lápiz, dibújame un vaso para que pueda pintar agua dentro.
Y el lápiz contestó:
—¿Te importa si dibujo dos vasos?
 En la imagen, ilustración de Routraut Susanne Berner para Cuando el mundo era joven todavía.

Este texto apareció publicado en Heraldo escolar el 1 de octubre de 2014, poco después de que falleciera Jürg Schubiger, pero me da mucha más alegría publicarlo ahora aquí para celebrar que revive un poco con la reedición por parte de Anaya de Cuando el mundo era joven todavía.

3 comentarios:

Óscar dijo...

Mi favorito de ese libro:

La invitación

Verano en el jardín. Bajo el peral, chispeantes insectos. Ellos zumbaban; yo canturreaba con ellos. Estaba sujetando una malva a un bastón, quitando malas hierbas, haciendo esto y lo otro, entre una cosa y otra, nada.
Entonces me habló una abeja:
- Hoy se casa nuestra reina - dijo - . Mi pueblo y yo necesitamos un padrino.
Te hemos elegido a ti.
Me quité la tierra seca de los dedos.
- Gracias - dije - ¿Qué debo ponerme?
- Alas - dijo la abeja.

Anónimo dijo...

Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm...
abro su blog señorita Oro y me encuentro con " Cuando el mundo era joven..." sin leer siquiera lo que ha escrito ya me congratulo. Una maravilla. Uno de esos pocos-muchos libros que consigueron inculcarme el veneno y el amor, a partes desiguales,por estos objetosde papel ilustrados.
Ahora la leo, un segundín.
Gracias.

A.G.

La Oro dijo...

Muchas gracias, mentiroso. Todas las letras de Schubiger que se añadan a este blog, harán de él un blog mejor. Es como ponerle alas.
A.G. ¿¿A que sí?? Me congratulo de tu congratulación, y de ese veneno y amor. Muac.