martes, 17 de mayo de 2011

De la despreocupada elegancia a la preocupación elegante

[Aviso: este no es post para viejos. Normalmente escribo para quien me lea con la esperanza de que me lean muchos jóvenes, y me consta que así es. A estos, a los jóvenes, les traigo un recadito.]

Ayer me invitaron a una barbacoa, pero yo no lo sabía. Yo creía que me habían invitado a la presentación de los encuentros POR (Piensa Opina Reacciona). Antes de ir al encuentro, visité la exposición de Jacques Henri Lartigue, ese fotógrafo que poseía "una aptitud especial para la felicidad y para disfrutar de la vida con una elegancia despreocupada". Vi fotos de gente volando, mujeres paseando, niños saltando, coches corriendo... Salí de la exposición yo también en gerundio, elegantemente despreocupada y feliz. Pensé que no era la mejor actitud para acudir a un encuentro POR.
Me equivocaba.
Empecé a sospecharlo cuando en el vídeo de presentación aparecieron las palabras: "POR la felicidad".
El encuentro resultó ser como una barbacoa. Hacía un día ideal. Hacía sol. El ambiente era informal y festivo. Había mucha gente. Las barbacoas se hacen entre muchos. Las barbacoas no requieren prisa. Ya se sabe que cuando uno va a una barbacoa, lo más normal es que coma poco y tarde. Ya se sabe que en una barbacoa la comida es lo de menos. Ya se sabe que la verdadera esencia de la barbacoa es la espera compartida, y la esperanza.
Iñaki Gabilondo fue el primero que puso la carne en el asador, la imagen misma de la preocupación elegante, algo digno de ser fotografiado por Lartigue: "Creemos en nuestra sociedad, en la democracia, en la política... Pero creemos que nuestra sociedad está adormecida", dijo. "Es imprescindible ampliar el debate público". Luego Montserrat Domínguez dio un par de vueltas al solomillo ¡y también mencionó a Belén Esteban! Ignacio Escolar apretó un poco con el trinchador. Nativel Preciado y José Antonio Marina echaron sobre la parrilla algo de guarnición.
Gabilondo convocó al viento. Quería que el olorcillo de la barbacoa llegara a los vecinos, y que se acercaran a ver qué pasaba, y a meter baza, y a comer.
-¡Que corra la voz!
Luego otros se acercaron al fuego, invitados por un Gabilondo que seguía afanoso con su delantal: Nicolás Sartorius, estudiantes de periodismo, el flamante rector de la Universidad Complutense... Las barbacoas son así. Cada uno aporta sus trucos, su experiencia en barbacoas, su osadía...
Esa era la idea: dar voz (voz serena), abandonar la pereza, participar, despertar... ¿Han visto a alguien dormirse en una barbacoa?
Prometieron que habría más.
De momento, hoy pienso. Y paso recados, los recados de Iñaki Gabilondo (algunos) para los jóvenes:
  • "La juventud ha asumido esa apariencia de despreocupada, ¿cómo hemos podido permitir que cuaje esta idea? No tenemos una generación perdida de jóvenes."
  • "No aceptéis que no se puede hacer nada."
  • "El poder tiene que percibir en el cogote el aliento de la gente."
  • "Que nos pille despiertos el cambio que viene."
Yo también sé un truco. Un truco para despertar: mojarse. Mojarse no solo es una forma muy eficaz de despertar sino que también puede provocar una intensa felicidad. Y si no lo creen (a mí me costó convencerme), miren la foto de Lartigue que preside esta entrada durante diez segundos. ¿A que sí?

7 comentarios:

Mai dijo...

Ay Begoña, qué tienes que te leo y sonrío. Me sonrío y me salen fuerzas de no sé dónde para seguir. Para que no me pille dormida ni el cambio, ni la felicidad.

Nuria dijo...

Hola Begoña,

Un placer haberte tenido con nosotros y que te resulte POR tan interesante como lo es para nosotros. Siento no haber compartido contigo unos minutos más pero como bien comentas, ya sabes como son las barbacoas con tanta gente no te da tiempo a dedicarle el necesario a todos. Espero verte en otra ocasión y conocernos un poquito más.

Un abrazo fuerte

Nuria Prieto

Nuria dijo...

Por cierto, me ha encantado el post!!

Mayula Flores dijo...

Qué bien te sientan las barbacoas!!. Creo que Gabilondo tendrá que compartir el título de preocupado elegante contigo .

Lamardestrellas dijo...

Pero al final no me ha quedado claro: ¿hay que mostrar una apariencia despreocupada y feliz, como Lartigue o preocuparse elegantemente y convocar al viento, como Gabilondo?

La Oro dijo...

Gracias por vuestros comentarios. :)
Lamardestrellas... Te diría que esta primavera se lleva más que nunca la preocupación, y que la elegancia y la felicidad deberían llevarse siempre, tan siempre tan siempre que ni puede decirse que estén de moda. Pero no soy quién para dictar cómo mostrarse. De momento, me conformo con haber hecho que te plantearas la pregunta. ¿Qué digo "me conformo"? ¡Me alegro infinito!

Rafa dijo...

Me parece un tema interesante, aunque también un tema curioso. ¿Cómo no vestir de despreocupada a una juventud a la que se ha alimentado culturalmente de la peor de las maneras con el fin de lograr un objetivo? Los intereses cambian, las modas pasan pero coincido en que es lamentable que la rebeldía de otros tiempos se haya transfigurado en apatía. ¿Mojarse? Un gran consejo, pero ¿Cómo? ¿Con qué? ¿Con las ideas de un partido que ha perdido las riendas y quiere recuperar la fusta? ¿Con los intereses de un mercado que los olvida y los maltrata con subproductos pensados para causar esa apatía de la que ahora nos quejamos? Susan E. Hinton, dueña de los sueños de toda una generación de rebeldes, se considera ahora políticamente incorecta, demasiada violencia, demasiados vicios... y mientras, los horarios infantiles se saltan a la torera y se bombardea al joven con imágenes contradictorias, con información recalentada de segunda mano y con un arte rendido a la política, que como suele suceder con estas cosas, se convierte en no otra cosa que propaganda vil y enfocada.
Y aun así y a pesar de todo, se mojan. No como quizá le gustaría al amigo, pero se mojan. Se mojan cuando van en pancarta o cuando votan, cuando deciden investigar en la historia y cuando compran, cuando dan su opinión, no la de otros ni la nuestra, sino la suya en un foro. Cuando optan por comprar un libro, cuando leen lo que han decidido, cuando escuchan un grupo distinto, cuando hablan, cuando ríen.
Cuando viven.
Se mojan.
Un abrazo, Begoña.