lunes, 7 de noviembre de 2011

Alta sofisticación

No es que yo sea una salvaje. Me tengo más bien por una mujer sofisticada. Pero todo tiene un límite.
Empecé a sospecharlo el otro día, cuando nos juntamos varios amigos para subir una montaña.
Al llegar al punto de encuentro, consultamos en un termómetro la temperatura y en un altímetro la altitud. Vestidos con nuestras ropas técnicas decatlónicas echamos a andar.
Poco antes de alcanzar un bosque, mi hijo vio un conejo y salió corriendo tras él gritando: “¡Soy Alicia!”. Reconozco que me costó entenderlo. Eso de ver en un macizo pirenaico a un personaje literario de la campiña inglesa, es de una sofisticación cultural muy superior a la mía. Y seguimos andando.
Paramos a mitad de camino para hacer fotos panorámicas con las cámaras fotográficas de nuestros iPhones y tomar nuestras barritas energéticas ultravitamínicas.
Y seguimos subiendo. Encontramos un buitre muerto. Mi hermana se lanzó a desplumarlo. “¡Qué plumas! ¡Son fantásticas para un tocado!”. Un amigo la detuvo: “¡Quieta! Hay que llamar al 112”. Y llamó: “Hemos encontrado un buitre muerto. Probablemente envenenado”. Mi hijo lee Alicia en el país de las maravillas pero este chico ve CSI. O Se ha escrito un crimen.
Tras una cuestarrón que solo admitía como música de fondo el clinc de nuestros bastones contra las rocas, llegamos a un camino más suave que hacía posible la conversación. ¿El tema? Las infinitas combinaciones de tónica y ginebra. Inspiración on the rocks.
Cuando llegamos a la cima, ya me temía lo peor. Estaba esperando a que sacaran de una bolsa térmica una bandeja de sushi y sashimi cuando sucedió el milagro. Uno sacó una navajita suiza, otro una bota de vino, y otro pan y longaniza. Otro se tiró un pedo.
Estamos salvados.
Sí, el salvajismo conduce al caos. Pero la sofisticación, que nos libra de la barbarie, nos lleva derechitos a la tontería. Y tonterías, las justas.
Es domingo. No se duchen. Rujan. Hagan algo salvaje. Déjense de esdrújulas por hoy.
(Me dice mi padre que si es necesario lo del pedo. Sí, papá, absolutamente. Me dice que si no pongo algo poético, algo sobre “las soberbias vistas”. Papá, eso no es poético; es de folleto turístico. Pero te diré que allá arriba, en la montaña, me siento atravesada por lo salvaje. Gracias por descubrírmela.)
(Me dice la jefa que no vale mandar recados en las columnas, que es tan ridículo como “aprovecho para saludar a mi tía que me estará escuchando”. Pues quito las gracias a mi padre y termino diciendo:) Déjense atravesar por lo salvaje. Suban una montaña.
Esto apareció ayer en el Heraldo. Hoy es lunes (o martes, o jueves, o cuando me lean). Dúchense. Pero hagan una auténtica salvajada. Denle morcilla a la gran esdrújula domadora: desconecten el teléfono. Si tienen lo que hay que tener.

La imagen es una fotito que me hizo David Lachapelle en medio del bosque, así, sin peinar, a lo salvaje.

8 comentarios:

susanarosique dijo...

No he podido desconectar el móvil, ¡pero me he reído salvajemente! (salvo por el pobre buitre...¿qué fue lo que le sucedió?) Un saludo, S.

La Oro dijo...

¡Pues no lo sé, Susana! Para cuando llegaron Grissom y Horatio con todo el equipo y sus polvitos azules, nosotros ya estábamos tomándonos una fabada al pie del Turbón.
Pero el buitre, y yo, te agradecemos el interés y el comentario.

Silver Moon Fotografía dijo...

jajajajaja, no puedo más! :D

me voy a la ducha.

Mayula dijo...

Ayer tuve un lunes salvaje!! aunque un pelín más urbano, me temo...

Aloe dijo...

jaja ¿Una fabada? a la del gas le sentaría peor aún... yo también hice algo salvaje: me fuí al mercadillo y me compré unas botas de seis euros...

Ana Bes dijo...

Hola Begoña!!! El otro día yo tambien me subí una montaña, y la verdad es que sienta muy bien, aunque acabé un poco cansada, todo hay que decirlo.
Bueno, que aprovecho para decirte que me ha gustado mucho tu colunma, que me he reído mucho; Tambien aprovecho para mandarte saludos, y nada que en la foto estás muy bien pero que ganas en persona, Besicos

demepus dijo...

Hola Begoña: soy Dolores, la madre de un niño de 14 años al que le han mandado leer tu obra "Pomelo y Limón". Tengo por costumbre leer los libros que le mandan y así poder comentarlos luego con él. Acabo de terminar ahora tu libro y me ha parecido muy original la idea de complementarlo con internet a través del blog "Pinillismos" y me ha gustado tu forma de escribir. Un saludo y enhorabuen

La Oro dijo...

Silver Moon, reite, reite... Que si yo hablara de vuestras sofisticaciones japonesas...
Mayula, hoy toca ducha.
Aloe, tú sí que eres salvaje.
Ana, ¡muchos recuerdos! Y claro que gano en persona. Es que no he encontrado un fotógrafo que me saque el lado bueno. ;-)
Demepus... Vaya, lees los libros que lee tu hijo de 14 años para comentarlos con él. O_O Eso sí que es alta sofisticación. Y de la buena. Muchas gracias por tu comentario.