viernes, 5 de septiembre de 2014

Miserias

Ayer, en la fiesta del premio RBA de novela negra, sobró queso y sushi. Ibérico, no. Cava, ginebra y mojitos, no sé, porque no me quedé hasta el final, y eso que estuve hasta casi las dos (a.m.).
En todo ese tiempo (la fiesta empezó a las ocho de la tarde) vi con estos dos ojitos que se achican a escritores tirar de lonchas de ibérico y, con la excusa de que estaban pegadas unas a otras, meterse 125 gramos de jamón de golpe en la boca.
Vi escritores modernos devorando jamón, editoras vestidas de bibliotecarias sexys, un president y un alcalde, un editor con copa y gafas, periodistas que son escritores, varios miembros del jurado elegantosos, un exministro, mejor dicho, filósofo que defiende la elegancia... y oí. Oí las cosas no siempre elegantes que nos contamos los escritores cuando nos juntamos en nuestras fiestas de escritores.
Hace poco leí ese relato de Benedetti en que se encuentran dos hombres en un bar y uno de ellos resulta ser escritor:
"Al parecer, el flaco era escritor, el otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera, empezó a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir."
Recuerdo esto ahora porque, sí, la fiesta estuvo muy bien, pero faltaron señores cualesquiera. Faltaron hombres y mujeres que ante la afirmación: "Me dedico a escribir", dijeran "ah" y "oh" y "uh". Tomen nota, organizadores de saraos literarios. Tanto como el ibérico, los escritores necesitamos más señores y señoras cualesquiera ante los que crecernos, ante los que hablar incluso de libros.
El problema de una fiesta sin señores cualesquiera, el problema de una fiesta llena de flacos y hasta enflaquecidos escritores es que conocemos y hablamos de nuestras miserias, y que nos peleamos por el jamón.
 En la imagen, de Larry Fink, de espaldas, con escotazo, Itziar de Francisco, responsable de prensa de RBA en Madrid, contempla preocupada cómo empiezan a escasear las existencias de jamón. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya!
Ante vos, señorita Oro, yo soy un señor "cualesquiera",
por lo que exclamo con damiración...
¡Ooooooooooohhhhhhhhhhhhh!

Por cierto...
¿ cómo visten las bibliotecarias sexys?
Ponga usted una foto, por favor, que la señora de la foto ya nos desveló quién es.

Como siempre y usted merece...
un saludo...
¡Oooooooooooooooohhhhhhhhh...¡

A.G.

La Oro dijo...

Uf, he probado a poner en google imágenes "bibliotecaria sexy" y, en fin, veo que google y yo no compartimos "el concepto". Al menos las bibliotecarias sexys que yo digo llevan menos encaje y un pelín más de ropa. Pero seguro que puede imaginárselas.
¡Saludos!
¡Y gracias por los "Ooooooooooohhhhh"!