Acabo de entregar la columna del próximo domingo. Es de las que hará que mis padres se avergüencen de mí.
Al entregarla al Heraldo, me he dado cuenta de que, así, sin querer, he ido alternando una columna ñoña y una columna punky, una ñoña y una punky... y he tenido una revelación: voy a fracasar. Es imposible que tenga un público si tan pronto escribo ternezas que hacen piscinas en los ojos como burradas escatológicas pseudopunkys. Si un lector diabético me conoce en un día punky y, confiado, me lee otro día que estoy tierna, puede morir de un subidón de azúcar. Y si, pongamos, una dulce amiga de mi madre (pongo "dulce" porque ya he abandonado el modo punky) me lee en un día punky huirá escandalizada.
Lo malo es que me he dado cuenta de que con las novelas me está pasando igual. Pomelo y limón de ácido apenas tenía el título. Pero la que estoy escribiendo ahora... Oh, la que estoy escribiendo ahora.
Solo me queda confiar en un pequeño nicho de lectores. Unos lectores que sean como yo: lectores bipolares.
Decidme que existís o empiezo a espolvorear azúcar sin medida.
En la imagen: yo en pleno paroxismo de bipolaridad.
11 comentarios:
Los que leemos no queremos novelas con la misma temática, sería muy aburrido. Es como si siempre estuviésemos leyendo lo mismo.
Así que tranquila...todos somos un poco bipolares...dependiendo del momento nos gustan unas cosas u otras...
O la menos a mí...todo depende del momento...;-)
Suerte con esa novela ácida!!
No te preocupes y continúa escribiendo que existimos, por fortuna!
Siempre he pensado que todo lector que se precie ha de ser bipolar, así que ¿por qué no iba a serlo un escritor?. Leer siempre lo mismo sería aburrido... y aunque todos tenemos preferencias lectoras, variar es bueno ;P
A mí me da igual que seas bipolar mientras me hagas soñar. Creo que es un buen trato, ¿no?
¡Hazme soñar y te querré siempre!
Mil besos (bipolares, divertidos y soñadores)
Mai
mis multiples personalidads y yo estamos deseando echarle un ojo a esa nueva novela, :)
Querida gran duquesa, creo que hacéis bien en ir cambiando el tono, pues se puede morir de cualquiera de los dos excesos.
Pruebo a hacerlo en versos alternos:
Para el lector la dulce dulzura
es señal de una mierda pura,
mas ¿qué otra nos queda?
si a las cosas no llamas,
cual una galante aeda,
sin andarte por las ramas,
ataviando con lindezas
o evitando las melazas.
¡Pardiez, qué faltos somos
de unos cuantos gramos
de donaires y bellezas!
con que agredir y, zas,
al más süave prójimo
cagarle bien el ánimo.
La combinación o el salto inesperado es como (por seguir el cabelludo motivo) una peluquera punky dando mechas a una señora ‘bian’.
Aunque realmente en todo esto hay más de dos dimensiones: lo ñoño, lo punky y lo culto, que puede escorar hacia cualquiera de las dos anteriores… (no sigo por ese camino que me conozco).
No perdáis ninguna de las tres y seguid ‘salteando’ dulces y cacas, pues así no se engorda, sobre todo si hay más de lo segundo.
Recibid mis parabienes,
Monsieur de R.
Pues mira mona, a mí me molas más punki, para qué engañarte.
Y en cuanto a ti, Monsieur de R...qué grande eres.
Rebeka, Jo Grass, Dreamer, Mai, Mara... No me seais pelotas ni mimosinas (punky) ¡Mil gracias! ¡Dais sentido a lo que hago! (ñoña). En serio, en punky y en ñoño: gracias.
Monsieur de R., debería usted tener un blog. Pero me alegro de que no lo tenga y de que me comente. Así seguiré aprovechándome de sus comentarios, granjeándome nuevas visitas a mi blog a costa de su genialidad. Porque, sí, estoy segura de que pronto habrá lectores que entren aquí buscando sus versos más que mis desbarres. Yo también lo haría.
Querida, siguiendo vuestros consejos me he puesto a ello. Este es el engendro: Prosículos encadenados. No sé hasta dónde llegará. Sed clementes.
Monsieur de R.
"que exisís", digo.
Quédese tranquila, punky o dulce, pero que no le importe. Me pasa todo el tiempo... y quizás llega un momento en que te adaptes a ti misma.
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