lunes, 9 de enero de 2012

2,5 kilos de confianza

Toca recoger los adornos de Navidad.
Bajar andando por las escaleras ya no tendrá el mismo aliciente. Ya no podré examinar a mis vecinos a partir de los adornos que cuelgan en sus puertas. Era un doble examen: evaluaba su buen gusto y su grado de confianza. Hay que ser confiado para colgar algo valioso así, tan a mano.
Recojo mis adornos de la puerta y me digo que esa es justo la actitud que no debería meter en una caja, la actitud que debo conservar al escribir: buen gusto y confianza, toda la confianza del mundo. Deberíamos escribir -escribir para niños, escribir para jóvenes, escribir para adultos- como quien va a la peluquería: preñados de una confianza casi cándida. El peluquero es el lector, que entiende "córtame solo dos dedos" como le da la gana, que para eso tiene las tijeras en la mano, la sartén por el mango. Catherine Besley lo dice menos pedestremente. Ella dice: "El lector constituye la autoridad para el significado del texto". Lo leí en el fabuloso 50 cosas que hay que saber sobre Literatura de John Sutherland (¡léanlo!, ¡hay mucho más de lo que promete!, y cuanto más sepan de literatura, más lo disfrutarán).
Porque de eso se trata. Al final, cada uno hace lo que puede. Yo escribo como puedo. Aporto mi texto, mi pelo, que da de sí lo que da de sí, que no es el pelo de Paula Echevarría. Meto las alusiones que haga falta (pero no más), escondo metáforas que son como bonus para el lector que las pilla, no dejo de escribir una palabra rara si esa es la palabra rara que tiene que poner... Y el lector, el peluquero, saca el partido que puede. Y es él quien hace buena mi obra, quien construye su significado con su lectura. ¡Y a veces incluso lee cosas que no he puesto y que la mejoran!
Ah, qué alivio. Así, como quien no quiere la cosa, me acabo de eximir de responsabilidad. Sí que es verdad que ir a la peluquería relaja. Voy a dejar que mis lectores me masajeen la cabeza. ¿He dicho ya lo mucho que me gusta escribir?
En la imagen: yo, en Huesca, ante un escaparate, haciéndoseme la boca agua, justo antes de comprar dos kilos y medio de confianza en el lector.

3 comentarios:

Alba Úriz Malón dijo...

Esos moñitos pelirrojos de la foto son inconfundibles. ¡Buenos mediodías y buenos libros en los que confiar!

Javier dijo...

Moñitos, cortes de pelo..., querida gran duquesa, seguimos en las mismas (¿o todo esto viene un poco traído por los pelos?). Ya parece un blog de 'coifferature'.
Feliz bucle nuevo!
Monsieur de R.

La Oro dijo...

¡Gracias, Alba! Tú eres de esas lectoras-joya que dan plena confianza. ¡Buenos mediodías hoy también!
Monsieur de R., coifferature... me encanta. Aunque también me gustaría caferature... ¡Feliz tupé nuevo!