viernes, 10 de junio de 2011

Algunos buenos libros y mejores libreros

[Aviso: esta es una entrada hiperhipervinculada y algo pesadita que prometo compensar pronto con una mucho más ligera que tenga un solo hipervínculo. Prometido queda.]

He estado de ferias. Del libro, se entiende.
Lo que siento sobre las firmas de libros, ya lo dije aquí y no quisiera repetirme. Solo añadir una cosa: gracias a todos y cada uno de los que me mostrastéis vuestra timidez. Si yo no parecía avergonzada, era solo porque llevaba la careta de escritora. Y me remito a la imagen. Gracias en especial a Vanesa, que vino sin venir desde Bilbao para conseguir una firma.
Dicho esto, las ferias son la ruina caracolera. Por cada libro que firmo, compro siete.
Así que este post va a ser una especie de In my mailbox. Estas son algunas de mis adquisiciones, solo unas pocas, que dan fe de lo heterogéneo de mis lecturas y lo poliédrico de mi ser (pero qué intensa te pones, Oro; ¿alguien te ha preguntado? Pues recomienda y calla):
-El juego del otro, de Paul Auster, Enrique Vila-Matas, Jean Echenoz, Barry Gifford, Paul Klee y Sophie Calle. Ed. Errata Naturae. Este libro, que recoge tres piezas sobre la impostura, estaba hecho para mí. Pero además, el chico de la caseta se afanó en explicármelo tan pedagógicamente que no pude menos que sacar la careta, digo, la cartera. El último relato del libro es "Gotham Handbook. Nueva York: instrucciones de uso", de Paul Auster y, sobre todo, de la artista Sophie Calle. En él, Paul Auster también se endiosa (como yo) y se dedica a dar mandamientos. El primero: sonríe. Los demás, léanlos.
-Audrey, Wait!, de Robin Benway. Ed. Anaya. Esta novela juvenil no es ninguna novedad (quiero decir, que no acaba de salir), pero Javier Ruescas me la recomendó con mucho entusiasmo y le tenía ganas. De momento Audrey está waiting. Solo le he echado un vistazo. Pero me gusta el tono.
-Pictograma. El origen de la escritura china, de Po Ye Chang. Ed. Thule. Un álbum de pequeño formato, una delicatessen oriental, sobre, sí, el origen de la escritura china, mucho mejor de lo que hace prever ese título tan pedestre, tan por debajo del propio libro.
-El elogio de la sombra, de Tanozaki. Ed. Siruela. De este ensayito oí hablar a la fantástica Esther Madroñero, de la librería Kirikú y la bruja. Reúne varias cosas que me fascinan: arquitectura, japoneses y sombras; belleza.
-El bolígrafo de gel verde, de Eloy Moreno. Ed. Espasa. Este inesperado best-seller (va por la novena edición) me lo llevé dedicado por el autor. Me gusta leer este tipo de libros tan exitosos, no tanto para intentar emularlos (que también, claro) sino para saber qué nos pasa. Y mi diagnóstico, con medio libro leído, es que lo que nos pasa es que el mundo necesita vacaciones.
-Desasosiegos, de Fernando Pessoa y El guardador de rebaños, de Alberto Caeiro (heterónimo de Fernando Pessoa). Ed. Verde Halago. Esta es una de esas cosas que una bibliofrénica como yo hace a menudo: comprar libros que ya tengo. El contenido de estos libros ya lo tenía, pero en otro formato. Pero ¡cómo resistirme a estos Pessoas de bolsillo! ¡Y a Alberto Caeiro, que de todos los Pessoas que hay, es el que ahora elijo! Ando bucólica y pastoril como Caeiro: "Seamos sencillos y serenos, como los riachuelos y los árboles". Seamos, Fernando. (Yo a Pessoa también lo tuteo. Hemos pasado muchos desasosiegos juntos.)
-La gran masacre de los hámsters, de Katie Davies. Ed. SM. Colección El Barco de Vapor serie naranja. Una novela para niños a partir de 8 años que me recomendó la editora Xohana Bastida. Y no necesito más. De Xohana me fío. ¡Ah, sí! Pero aún tiene otra cosa a su favor: la traducción es de Miguel Azaola. Y otra más: que cuando fui a apoquinar, me dijeron que me lo regalaba la editorial.
-Los Baldrich, de Use Lahoz. Con Use, compartí unos minutos en la Feria del Libro de Huesca. Hacía tiempo que quería leerme sus Baldrich, de los que tanto y tan bien había oído hablar, y le pedí que me los firmara. Ayer me llegó a casa su última novela, La estación perdida, cortesía de Use (¡gracias, Use!). Así que, en este caso, casi puede decirse que hice negocio. Porque además, según llevo leído, Los Baldrich es un novelón y La estación perdida promete ser otro.
-La vida con Mr. Dangerous, de Paul Hornschemeier. Ed. Astiberri. No sé nada de este cómic (si Hornschemeier lo llama "cómic", no voy a llamarlo yo "novela gráfica"). Ni falta que hace. Solo sé que leí su Madre, vuelve a casa y que aún me duran los moretones de esa experiencia. Y quiero más. Y otra cosa sobre este libro. Quise comprarlo en la caseta de la librería Anónima, de Huesca, pero Ana no me dejó pagar. Anónimos, os quiero.
-Pitou, de Emmanuel Sougez. Ed. Prensas Universitarias de Zaragoza. El álbum familiar del fotógrafo Emmanuel Sougez. Fotos hechas pour le plaisir, que da plaisir cotillear. Uno ni se siente culpable de andar fisgando en este álbum. Vale que esas mujeres y esos niños no tenían previsto que les mirara nadie más. Pero no creo que les moleste. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta que lo vean guapo y feliz? Y así es como salen los miembros de la familia Sougez en este libro.
-Yo conocí a Muelle, de Jorge Gómez Soto. ¡Firmado por su autor! Yo conocí a Jorge Gómez Soto, y él me presentó a Luis, y a Hot, y a Ghost, y a Ana, y... esta mañana, ya pasada la página 50 me dio una dolorosa lección de humildad. Debería darte las gracias, Jorge. Pero hoy no. Hoy me has jodido. Cuando se me pase el escozor.
-Olivia. The essential latin edition, de Ian Falconer. Atheneum Books. Descubrí esta rareza en la caseta de la Biblioketa cuando ya había comprado otro libro, pero no pude resistirme a sacar de nuevo la tarjeta. Y es que soy fan de los álbumes de Olivia desde hace años y ¿cómo resistirme a una Olivia en latín, una Olivia que acaba así?

Libris perlectis, mater Oliviae osculum dat et, "Scis, Olivia", ait, "te me multum defatigare. Sed tamen te amo."
Cui Olivia osculum reddit et inquit, "Et ego tamen te amo."

Por cierto, libreros que no admitís tarjetas de crédito en vuestras casetas, os amo. Aún diré más: libreros que admitís tarjetas de crédito en vuestras casetas, vos me multum arruinare. Sed tamen vos amo.

3 comentarios:

Mai dijo...

Mi Jorge (Alejandro) siempre se queja de que no en todos lados se pueda pagar con tarjeta. Le harían muy feliz... aunque yo admito que prefiero que no me den rienda suelta :P y más si es con libros.
¿Te he dicho alguna vez que mi madre me quiere echar de casa por los libros? jejeje
Yo me "enamoré" de Jorge con La chica del andén de enfrente. Tengo que hacerme con un ejemplar de Muelle.

Me alegro de que disfrutaras y de que hayas ampliado tanto (y tan bien) tu biblio :)

Un fuerte abrazo

Marta Gómez dijo...

¡Oh! Que me gusta esta entrada... Que es un placer leer de libros, de compras, de títulos por descubrir... Síiii, eso que parece tan fácil pero no es tan habitual.

Anónimo dijo...

Señorita Oro, sabe usted latín!