[Aviso: en este post se habla de gente venenosísima e interesantísima que no soy yo. No se vayan antes de descubrir a los malos.]
Debería estar escribiendo a una celebridad y sentarme a esperar su respuesta, pero hoy me he levantado con unos pelos como el de la foto y con la bondad subida, que no el buenismo. Hoy solo quiero hacer el bien.
Seguramente será porque ando preparando una charla sobre el superpoder de la lectura, que es capaz de cambiar el mundo (así, a lo grande) porque puede hacer que un niño (así, a lo pequeño) salte por encima de todas las vallas que le rodeaban al nacer y sea lo que quiera ser, y no solo lo que podría haber sido. "Reading for change". Amén.
Pero me he tomado un descansito y me he puesto a pasear por esos lugares que suelo rondar, blogs donde se habla con tanta gracia como mala baba de libros, escritores, editoriales..., blogs de gente que, como Mae West, cuando es buena, es buena, pero cuando es mala, es mucho mejor, blogs donde disfrutar como una enana de la maldad ajena: que si la Patrulla de salvación, que si Letras y escenas, que si Lector mal-herido (menores abstenerse; yo avisé)...
A cambio, me he encontrado a Elvira Lindo hablando sobre la literatura infantil y juvenil, y ¡hablando maravillas de Disney! "A veces hay que mirar las cosas con inocencia", dice. Ahora.
Todo esto me ha hecho pensar, claro. Y después de mucho pensar (cuatro minutos), he descubierto la piedra de toque, o la piedra filosofal, o la piedra angular, no sé, una piedra, de la moral: el problema está en la diversión. Habría que dar con la fórmula para hacer que ser bueno fuera tan divertido como ser malo.
Mientras intento dar con ella, endiosada como sigo, les doy tres mandamientos:
1. Si son buenos, sean malos. Si son malos, sean buenos. Hoy, para variar. Y luego quédense con lo que les haga sentir mejor. Igual se llevan una sorpresa.
2. Si practican el humor negro, pásense al blanco. Si son de humor negro, denle al blanco. En cualquier caso, practiquen el humor. Y no crean que este mandamiento tiene un paralelismo exacto con el anterior.
3. A mayor abundamiento del segundo mandamiento: lean Historia de un niñito bueno. Historia de un niñito malo, de Mark Twain. Ríanse. Elijan.
En la imagen, Alberto García-Alix, un fotógrafo malo malote (los tatuajes son un must en el disfraz de malo). Sí, sí, malote pero... si lo ven en este vídeo le oirán decir: "Si algo puedo yo dar... ¡hostia! Generosidad, tío, ¿no?... Joder, eso es lo más bonito del mundo: poder dar. Me gustaría ser mejor." Ya ven. Al final, hasta los malos quieren ser buenos. Será que sale más a cuenta.
3 comentarios:
Óscar, ¡me encanta ese "Pomelo"! ¡Es elefantástico!
Para alguien con problemas de insomnio como yo, no hay mejor comentario que ese deseo de buenas noches. Gracias. :-)
Álix tiene conexión directa con Dios, tiene enchufe el tío..
¿será por la influencia del uno sobre el otro que quiere ser bueno? ...o será que Dios quiere ser más malo y llevar tatuajes desde que se enchufó a mi querido Alberto!?
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