jueves, 5 de marzo de 2015

Tengo trabajo

Cuando mi hijo empezó a hablar, lo hacía exclusivamente en segunda persona.
"Tienes sueño", decía para decir: "tengo sueño". "Tienes hambre", decía cuando quería decir: "tengo hambre". "Te has caído", informaba, en vez de: "me he caído".
Pronto comprendí que a la pobre criatura, centro del universo familiar, le faltaban modelos de uso de la primera persona. Ahórrense los presagios sobre mi pequeño Kim Jong-un. Lo sé. El caso es que, suspendida la vida propia por una vivencia de la maternidad tan volcada como abrumada, a mi hijo no le hablaba de mí. Tampoco los demás pronunciaban el "yo".
Había una única frase que mi hijo conjugaba en primera persona. Al parecer, era la única que me oía decir. Me recuerdo diciéndola una y otra vez con desesperación a aquel bebé que solo quería jugar, y esa frase, la única frase que mi hijo me oía decir en primera persona, la única que él decía en primera persona, cuando jugaba a sentarse ante un ordenador imaginario, era:
"Tengo trabajo."
Esta, que es una historia real, es también una historia de terror. Posiblemente, la más terrorífica de nuestros tiempos. Bueno, la segunda más terrorífica. La primera es una que empieza exactamente igual pero que acaba con otra frase, una frase que repiten con desesperación muchas madres, una frase que no pueden dejar de pronunciar porque ocupa tanto espacio mental que impide disfrutar de la vida, y más de un bebé, que es una vida anexa concentrada en unos pocos gramos, y esa frase es:
"No tengo trabajo."
El domingo, en fin, es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
¿Felicidades?

La imagen del más-difícil-todavía desgraciadamente no sé de quién es, ni quién la hizo. La saqué de aquí.

4 comentarios:

Sam Fisher dijo...

Fiel soy del verbo áureo, mas cierta desazón me causa alguna coma ausente. No obstante, disculpe usted mi impertinencia
y reciba, cordialmente, en el sentido etimológico del término, un sincero abrazo de éste que lo es, etc.

Un amigo.

La Oro dijo...

Esto me gusta.
Yo soy muy de ausencias, pero la verdad es que en esta ocasión ha sido sin querer. Tan sin querer que, por más que me releo, no encuentro la coma o comas ausentes. ¡No me deje así, amigo! ¡Ilumíneme! Es pertinente.

Sam Fisher dijo...


Posiblemente, después de posiblemente.

Y reconozco que pretendía, únicamente, el sencillo destello de atención que, hábilmente, he logrado.

De nuevo, un abrazo.

La Oro dijo...

¡Ah, ladino!
Pues sí. O coma delante y "posiblemente" en minúscula, o coma detrás, por omisión del verbo.
Enmendado.
Ya ves qué fácil es conseguir mi atención.
Abrazo.