miércoles, 12 de febrero de 2014

Demasiada felicidad

[Esta entrada no la lean. Es de mí para mí. En realidad, es poco más que una excusa para poner un enlace donde encontrar un texto que leer cuando esté de bajón.]
-Oro, Oro, Oro... Y pensar que lo último que escribiste aquí fue aquello de PUTA sobre los encuentros... ¿Y ahora qué me dices?
-Nada.
-¿Nada?
-Es que son cosas... No sé. Me parece algo impúdico hablar de ello. Además, ya dije que hay encuentros que se cuentan entre las cosas más bonitas que me han pasado en la vida, y sigue siendo así. Puede que cada vez más. Pero es algo que prefiero guardarme. Tampoco voy por ahí contando mi vida.
-Ejem.
-No, en serio: ¿para qué hablar de los encuentros? Es tan fácil que parezca peloteo o autobombo... Hay algo obsceno en hacerlo público. Y yo no soy Dominguín. No necesito contarlo. Podría acostarme con Ava Gardner y no decir ni pío. Además, para qué, si ya he sido maldecida con una gestualidad que habla por sí sola.
-Sí, pero es que si no hablas de ello, se te olvida, y luego te pones a rezongar mientras haces la maleta.
-Bueno, es que esta vez el niño lloraba y gritaba "No te vayas, mamááá" que parecía Marco.
-Pero reconoce que mereció la pena.
-Tú dirás. Lee esto.
-¡Oro! ¡Es precioso! Me cuesta creer que seas responsable de esa felicidad.
-Y a mí. La gran responsable es Sonia. Pero, oye, me he dado cuenta de que yo también pongo mi parte. Justo en el viaje leía un relato de la Munro, uno que está en Demasiada felicidad y... Bueno, es muy difícil de resumir. Leételo, se llama "Ficción". El caso es que una mujer, Joyce, está leyendo un relato de una tal Christie. De repente descubre que el relato es autobiográfico y que ella, Joyce, aparece en él porque la Christie esa, la autora, es la hija de la mujer con la que se largó su exmarido (ya te dije que era muy difícil de resumir), y el caso es que Christie no habla de lo que Joyce espera, que es todo ese trajín entre la madre, el ex y la propia Joyce, sino que habla de ella como profesora de música. Porque, sí, Christie fue alumna de Joyce y...
"Todo gira alrededor del amor de la niña por la profesora.
El jueves, el día de la clase de música, es el día memorable de la semana; su felicidad o desdicha depende del éxito o el fracaso de la interpretación de la niña y de la atención que la profesora preste a la interpretación. Ambas cosas son casi insoportables. Aunque la voz de la profesora fuera controlada, bondadosa y bromista para disimular su desánimo y su decepción. La niña se siente fatal. O la profesora de repente parece contenta y de buen humor.
-Muy bien. Muy bien. Hoy sí que has dado la talla.
Y la niña se siente tan feliz que tiene retortijones en las tripas."
Y Joyce alucina porque apenas recordaba a Christie como alumna. No tenía ni idea de que supusiera tanto para ella. ¿Lo ves? Así vamos pasando por la vida de los demás, sin tomar conciencia de que tenemos la oportunidad de hacerles felices o desgraciados, de la misma forma en que los demás nos regalan a nosotros, así, a lo loco, con un comentario, con una mirada, inmensas alegrías o inconsolables desdichas.
-Pero Sonia, al escribir ese post, te ha regalado esa consciencia.
-¿Y ahora por qué pones "consciencia" con ese?
-Porque es como más, ¿no? Más que "conciencia". La "consciencia" carga en esa letra de más el peso de la responsabilidad que conlleva.
-Hija, cuando te pones intensa...
-Deberías darle las gracias.
-¿A quién? ¿A Sonia?
-Y a Paula. Escríbeles.
-Ahora mismo: "Gracias, Sonia. Gracias, Paula. Me habéis hecho muy feliz".

En la imagen, de Annie Leibovitz: yo, muy contenta, de vuelta de la charla "No queremos que los niños lean", donde también estuve rodeada de gente que me hizo feliz.
-No, si al final dejarás de ser una solitaria recalcitrante...
-No te equivoques, Oro. Eso jamás.

4 comentarios:

Cristina dijo...

Qué fácil es a veces hacer un poco más felices a los demás, ¿verdad? Me han encantado ambas entradas, la de Paula y la tuya.

Y qué sabia es Munro. Tengo que leer ese relato.

Matt dijo...

La influencia sobre los demás, las emociones que provocamos sobre los otros y que no sabemos que provocamos o que sí sabemos o que nos provocan y las saben o no las saben, el significado de los actos de los demás, de los nuestros... Yo no dejo de leer sobre ello. ¡Qué bonito ser escritora con recompensas así de pequeñas y, a la vez, así de grandes!

PD: Deuda saldada con Eleanor & Park. Maravilloso.

Sonia Plancton dijo...

Hola preciosa. Ya me he colado como seguidora de tu blog aunque no me deja (de momento) "ponerme" foto... Gracias por tu última entrada, esta sonrisa, mi sonrisa, y la de mi hija Paula cuando lo lea mañana, te llegarán al rinconcito donde estés. Creo que este encuentro solo me ha traído cosas bonitas. Espero que sigan.
Sigue escribiendo, sigue sonriendo y sigue siendo tan bonita. Sonia.

Anónimo dijo...

Arturo Cortes:
Hola soy un profesor de Lengua Castellana y Literatura en el colegio Santo Domingo Savio de Monzón y nos gustaría contactar contigo para una charla en el colegio.
En cuanto puedas por favor contáctame a la dirección arturo.cortes@salesianos.org
Gracias por anticipado.
Un saludo