lunes, 16 de abril de 2012

Una entrada (casi) alegre y una errata* mundial

No están los tiempos para hacer una columna como una canción feliz de Michael Jackson, de esas llenas de niños, coros, palmadas y el sintagma “mundo mejor” repetido hasta la hiperglucemia. Pero lo voy a intentar, qué caramba, porque la felicidad es un empeño en el que deberíamos poner todas nuestras fuerzas.
Además, si ser optimista es creer que seremos felices en el futuro, tengo miles de motivos para el optimismo. Todo porque he estado visitando el futuro con una profusión que para sí quisieran los de la universidad de Pittsburgh. Digo Pittsburgh y no Alabama porque es allí, en Pittsburgh, donde llegaron a la conclusión de que los adolescentes que leen son más alegres. Eso, después de examinar a 106 chavales.
Para afirmar que la lectura hace felices a adolescentes y niños, a mí me basta con ver a uno, el desdentado que habita en mi casa, pero para hacer aseveraciones así parece que haga falta una muestra cuantiosa y con un apellido distinto al tuyo. Pues bien, la tengo. Y mucho mayor que la muestra de la universidad de Pittsburgh. Llevo tres meses paseándome por colegios e institutos, visitando el futuro, ya digo. Calculo que habré estado con unos 5.006 niños, niñas y adolescentes. La excusa para vernos es que habían leído mis libros. Igual es por eso, porque son lectores, por lo que los he encontrado tan alegres, tan refrescantes, tan burbujeantes, tan llenos de esa fuerza imposible de embotellar que llamamos “vida”. Sospecho que lo que los convierte en antídotos con patas contra el pesimismo no es (solo) la lectura. Son mundiales. Y lo digo así, sin rigor estadístico ni semántico, con la visceralidad del forofo.
A los 5.006 motivos para el optimismo que he conocido, debo sumar 220,24* motivos más, que son los profesores y profesoras que sonreían al ver sonreír a sus alumnos (¿ven como esto ya se va pareciendo a una canción cursi de Michael Jackson?), los mismos que al despedirse, decían en voz baja, como quien confiesa un pecadillo: “Lo peor son los padres. Yo, cuando soy feliz, es cuando cierro la puerta de clase y me quedo con mis alumnos”. No sé si lo peor son los padres, o los inspectores, o el inventor de las competencias básicas. Tampoco sé si me habrían dicho lo mismo si, después de cerrar la puerta de clase, al volverse se encontraran con cuarenta detonadores de vida en posición permanente de estallido en vez de con veinticinco.
Lo que sé seguro, y lo sé porque tuve un buen profesor de matemáticas, es que, en ese caso, en vez de 220,24* motivos más para el optimismo, me habría encontrado solo con 125,15. Y sería una pena.
Vaya, tener que meter la pena. Con lo alegre que me estaba quedando esta columna. Casi como un himno de aquellos de Michael Jackson.

En la imagen, de Phillipe Halsman, un profesor asumiendo un "mayor esfuerzo".

*Esta columna fue publicada bajo el título "Una columna (casi) alegre" el 15 de abril de 2012 en el Heraldo de Aragón. Esa noche recibí un mensaje de Pili Allanegui, profesora mía de Matemáticas en EGB. "O es una errata del Heraldo, o se te ha olvidado dividir", me decía. "No importa mucho, siempre puedes echar mano de una calculadora." Desde aquí te digo: "Querida Allanegui: Podría decir que fue una errata del Heraldo, o que me pudieron las ganas de aumentar el número de docentes. Pero la realidad es que soy un zote. No sé ni dividir ni copiar. Utilicé la calculadora, y copié mal el resultado. Debí poner 200,24 y puse 220,24."
Confieso que quise exiliarme a otro país al darme cuenta de mi bochornoso error. Pero, bien pensado, me encanta que esto haya sucedido. No hace sino probar lo necesarios que son los maestros. Sin ir más lejos, ya ven, yo aún necesito a la Allanegui. Y lo mejor de todo es que ella aún tiene ganas de seguir haciéndome aprender.
Gracias, Allanegui. Esta va por ti.

4 comentarios:

Mara Oliver dijo...

Ains, a mi ya me hacía "feliz" pensar que cuando me incorpore de la excedencia por cuidado de desdentados voy a dar 21 horas, I've been hit by a smooth criminal (la voz de Michael se funde con la de Sinatra) but the best is yet to come :S

besotes!!!

Lamardestrellas dijo...

Je, creo que yo no lo habría conseguido ni con calculadora. Bien es verdad que tuve dos excelentes profesoras de Lengua y Literatura y una muy, muy mala de Matemáticas (que profesores malos, también los hay), pero creo que con más de 41 esta excusa o lo de "yo es que soy de letras" ya no me vale... Bonita columna, aun con errata. Y bonita, bonita Edad Media. Ya te queda menos, ¡ánimo y besos!
Bss

susanarosique dijo...

Begona, con o sin errata, el mensaje ha llegado: la lectura nos hace más felices, seguro. Y pienso que además leer nos hace mejores (desarrolla el intelecto y las capacidades cognitivas, creativas, el pensamiento divergente, nos aleja del egocentrismo y del etnocentrismo cultural...)y si no , al menos pasamos grandes y maravillosos ratos. ¡Un saludo, guapa! S.

Begoña R. dijo...

Queridísima Begoña, si los chavales y sus profesores sonreían, seguro que era por tu entusiasmo, tu cercanía, tu sonrisa tan llena de verdad ... (ya oigo la voz de Michael Jackson :D:D:D ). Mil gracias por tu homenaje a los docentes, y en concreto a los que amamos la lectura ("We are the world, we are the children ..."). Un abrazo bien fuerte.