domingo, 14 de septiembre de 2014

Hace falta valor

Hoy iba a hacerme booktuber. Sí, ya saben, de esos que graban reseñas de libros en vídeo y las cuelgan en internet. Pero es que resulta que acababa de lavarme la cabeza y no es plan. A ver si va a parecer que cuido mi imagen y luego me critican. Mejor me espero unos días a tener el pelo grasiento, no vaya a dar la impresión de que además me interesa la belleza, la moda o cualquier otra cosa; que no, que no, que no, que a mí SOLO me interesan los libros. Sí, mejor me espero porque además lo último que he leído ha sido Ciudades de papel, de John, quiero decir, John Green y claro, va a parecer que leo lo mismo que todo el mundo. No, mejor me esperaré a terminarme El ciclista de Chernóbil, ahora que lo han reeditado, o haré una reseña sobre el libro de Vinyoli. Aunque no sé, porque Vinyoli está muerto, y pensaba hablar bien de él, y claro, luego si alguien escribe un artículo criticándome solo podrá salir en mi defensa a través de una ouija y no tengo yo paciencia para eso, que soy muy de lo rápido.

Miren, no. Mejor lo dejo. No me siento cómoda. Esto iba a ser una respuesta al Retrato del reseñista adolescente, el artículo sobre booktubers de Ana Garralón publicado en Letras Libres. En un principio pensé hacerlo en el mismo tono irónico que emplea ella. “Irónico pero inofensivo, creo”, dice. Y en ese “creo” lleva la misma duda que me surge a mí. La ironía es un tobogán que desliza fácilmente hacia, , la condescendencia o la ofensa. De hecho, ¿no sonaba ya esa parrafada mía anterior bastante impertinente y marisabidilla?
Ana Garralón sabe latín de literatura infantil y juvenil, sobre todo de infantil. Admiro enormemente su labor. Suelo aprender mucho de sus artículos y a menudo estoy de acuerdo con sus opiniones, pero no puedo estar de acuerdo con su Retrato del reseñista adolescente.
Dice Ana Garralón que “muchos booktubers confiesan haber sido poco lectores cuando comenzaron”. Si eso es así, si la actividad en YouTube de un joven le ha llevado a hacerse más lector de lo que era, a mí no me parecería reprochable sino maravilloso.
Dice también, y suena a reproche, que “no tienen ningún pudor en mezclar en sus canales de YouTube vídeos de recomendaciones de libros con consejos de belleza, moda y salud”. ¿Y? ¿No es fantástico? ¿No es maravilloso que los libros se integren con el resto de sus intereses? ¿Solo deberían interesarse por los libros? ¿Y deberían hacerlo en secreto, en silencio, sin hacer "vida social"?
Dice, y suena a queja, que “no son pocos los comentadores que cuidan su propia imagen y en muchos casos uno puede observar cambios en relación a su vestuario, peluquería y maquillaje.” De nuevo, ¿y? Qué quieren que les diga, yo lo encuentro muy de agradecer. ¿Deberían aparecer feos, sucios, cochambrosos? Algo parecido opino sobre su trabajo de edición. “Su gran desenvoltura frente a la cámara y el trabajo invertido en la edición de sus vídeos contrastan con la poca labor de edición de sus reflexiones.” Dejando aparte un momento el tema de las reflexiones, me parece muy loable que se preocupen de los aspectos formales del vídeo y que inviertan tiempo en ello.
Y vuelvo ahora a lo de la “edición de sus reflexiones”. Dedica Ana Garralón parte de su artículo a comentar la poca variedad de los libros reseñados por los booktubers y la escasa profundidad de sus críticas. Pero esto, que en algún caso puede ser cierto, dicho así, en general, es una falacia como la de que todos los libros que se venden bien son malos y viceversa. Booktubers hay muchos, y los hay más y menos leídos, más y menos formados, sólidos, eclécticos...Y quiero creer que su "radio de entendimiento", ese que Ana Garralón presupone tan corto, crece día a día, lectura a lectura.
“Lo que antes se escuchaba tímidamente en los corrillos de los círculos de lectura, ahora está para siempre en la red. Multitudinarias visitas a vídeos lo confirman, comentarios que alcanzan la cifra de setecientos, canales con más de veinte mil suscriptores, editoriales corriendo detrás de ellos. No importa si el arte de la retórica está ausente”, parece lamentar Ana Garralón. Yo, en fin, lo celebro. No la ausencia del arte de la retórica, que sería discutible, sino todo lo anterior, lo de las visitas, los comentarios, los suscriptores, las editoriales...
En fin, esto me está quedando larguísimo y como bien dice Ana Garralón, “internet es el reino de lo rápido, lo corto y lo emocional”, así que terminaré. Emocionalmente, claro.
A mí me gustan más los blogs de reseñas que esto de booktube. Por una razón muy tonta. En un blog, en cualquier texto escrito, puedo hacer una lectura en diagonal, darle al ratoncico para abajo y valorar si me resulta interesante o no el texto antes de dedicarle una lectura atenta o distraída o no dedicarle ni un segundo; en un vídeo no puedo hacer eso. No me gusta no tener ese control. Entonces, ¿para qué me meto a defender esta historia? Por lo que defiendo a los booktubers, que muchas veces fueron o son también bloggers, no es porque a menudo hayan hablado muy bien de mis novelas, sino porque les debo pequeños momentos de felicidad. Y no me refiero solo a cuando hacen una crítica buena de mi libro, no. Es que a veces me he reído un montón viéndolos, y la risa está cara. Además, sé que no soy la única. Sé que los booktubers hacen lectores, y lo hacen sin darse importancia, haciendo risas. Es una forma distinta a la de los críticos.
Tuiteaba Ana Garralón el artículo diciendo: "Booktubers, ¿nuevos críticos? Tenemos algunas dudas". Pero es que los booktubers no pretenden ser algo distinto de lo que son, no pretenden ser sesudos críticos literarios, no pretenden ocupar el lugar de The New York Review of Books, no aspiran a crear un canon literario. No creo que los booktubers se consideren críticos. Creo que los booktubers, y que me corrijan si me equivoco, lo que pretenden es algo tan sano, tan poco pretencioso, tan generoso como compartir sus lecturas, contagiar sus entusiasmos, pasarlo bien, hacer que los demás lo pasen bien… Ratitos de felicidad, vaya, que se dice pronto. Quizá tampoco desdeñen cierta notoriedad, sí, cierto reconocimiento. ¡Qué menos! Lo hacen gratis. Su único pago son las manitas arriba, los comentarios, las suscripciones...  Esos pequeños reconocimientos son una forma de amor, y a ver quién es el guapo que renuncia a ser querido. Hace falta mucho valor para eso, para renunciar a ser querido. Y ese es el valor que le concedo al artículo de Ana Garralón: el valor de la renuncia a ser querida. Al menos por los booktubers.

En la imagen, de Richard Avedon, jovencita youtuber poniéndose toda guapa antes de grabar. 

17 comentarios:

Alícia dijo...

Muchas gracias por esta entrada, Begoña.

Estoy completamente de acuerdo con lo que has dicho. Como Booktuber, lo que busco en esta comunidad es la opinión de gente como yo, a quien le gusta leer y quien seguramente tiene gustos parecidos. No busco un análisis detallado sobre la obra, simplemente quiero compartir mi opinión, escuchar la de los demás y encontrar nuevas lecturas. Y la mayoría ni leemos solo sagas juveniles ni libros de la misma temática, pero aunque fuera este el caso, ¿cuál sería el problema? Estamos aquí para divertirnos y compartir nuestra pasión por la literatura, sea del género que sea.

Antes de grabar, pienso en lo que voy a decir sobre el libro o los libros de los que hablaré, y sí, después me arreglo, igual que me arreglo cuando quedo con mis amigos o voy a clase. Y después de grabar lo edito, porque a veces se nos encallan las palabras y toca disimular. Pero sigo sin ver el problema que ve Ana Garralón.

Y en cuanto al tema de la "vida social", gracias a Booktube he tenido la suerte de poder conocer a mucha gente y de hacer muy buenas amistades, y es seguramente una de las mejores decisiones que he tomado.

Así que, lo dicho, muchas gracias por haberme sacado una sonrisa con tus palabras (y por haberme animado una noche de insomnio, ya de paso).

Un abrazo

Anna López dijo...

Reconozco que siempre te leo, pero muy pocas veces te comento, pero hoy no quería quedarme callada.

Gracias, gracias, gracias. Gracias por esta magnífica entrada y gracias por entender el fenómeno bloguero y booktuber. Yo siempre había pensado que quedaba claro que nuestra finalidad nunca ha sido convertirnos en críticos literarios, sino compartir con otras personas los libros que hemos leído y nos han robado el corazón (o no). Pero al parecer hay personas que lo han entendido todo al revés.

A veces parece que si los jóvenes no leen, malo, pero si leen y además comparten sus lecturas con otros... Uy, mucho peor.

Dicho esto, muchas gracias de nuevo, Oro. ♥

PD: ¡Estoy deseando hacerme con tu nuevo libro! Tan pronto como tenga un momentito libre haré una excursión a la librería y me haré con él. (Y para que vea la señorita Ana Garralón: soy bloguera y booktuber, ¡y en cambio sí me paso por las librerías! De hecho, creo que incluso demasiado. Jeje.)

Mike Lightwood dijo...

Por cosas como esta eres maravillosa. Ole tú.

Rebeca Cid dijo...

Gracias gracias gracias.

A veces pienso que en este pais en vez de apoyar lo nuevo buscamos pisotearlo y anticuarnos. Nadie quiere sustituir a nadie solo progresar :)

A partir de ahora saldré en mis videos con la camiseta más vieja que tenga y el moño de limpiar la casa

Javier Del Álamo dijo...

Ya lo decía Radio Futura en su canción "Escuela de calor": Hace falta valor.

Por cierto, Begoña, eres la repanocha.

Cristina dijo...

Bien dicho. El problema de raíz, a mi parecer, es que el fenómeno blogger/booktuber está mal entendido: se juzga (lo juzgan algunos) con los parámetros de la crítica literaria, cuando sería más apropiado entenderlo como un fenómeno social, un punto de encuentro entre lectores, tal como has explicado. Se podrían utilizar conceptos de la sociología y los Estudios Culturales, por ejemplo, en lugar de limitarse a la crítica literaria; pero es más fácil criticar al bloguero por no ser crítico que hacer el esfuerzo de adoptar otro punto de vista.

Entiendo algunos puntos del análisis de Garralón -y estoy segura de que es una buena profesional en su ámbito-, pero le pongo las mismas objeciones que tú: el tono condescendiente y las referencias, cargadas de insinuaciones, al cuidado de la imagen. Aunque no soy booktuber ni tengo la intención de serlo, me disgusta que se mire con tanto elitismo algo que solo pretende ser un pasatiempo agradable. Es como meterse con los chavales que juegan a fútbol en el parque por no ser tan buenos como Messi.

Aprovecho para felicitarte por tu nueva novela (leí las últimas entradas, pero sin comentar...).

Un abrazo.

Matt dijo...

Después de dar un par de vueltas al asunto, me he decidido a comentarte.

Verás, Begoña, yo soy bloguero, y solo bloguero, aunque jugueteo con la idea de ser booktuber en un futuro, pero solo para divertir y recomendar, no para reseñar y criticar, dos cosas que sí intento hacer en mi blog y que me cuestan mucho. Me cuestan mucho, te explico, porque soy bloguero, solo bloguero, y no booktuber, pero también soy estudiante de crítica literaria, y cada día me siento más inclinado a plasmar en el blog lo que aprendo en clase, en la medida de lo posible y de forma inconsciente. No soy crítico, primero porque aún no tengo mi diploma (y cuando lo tenga, dudo que pueda considerarme como tal), y segundo porque no puedo compararme ni a Barthes ni a Bloom, ni mucho menos a Auerbach.

Yo concuerdo con lo que dice la señora Garralón: los booktubers no son críticos, lo que hacen no es crítica; pero los blogueros, como yo, tampoco. Y en eso no hay nada malo: no pretendemos serlo, pretendemos divertir y compartir —aunque, ya lo he dicho, yo cada día me vuelvo más crítico sin querer quererlo, porque es lo que estudio y, sin querer queriendo, cuando leo me encuentro preguntándome continuamente: ¿por qué? ¿Por qué Lev, o, perdón, Lev Tolstoi me explica el sueño tan raro que comparten Anna y Vronski? ¿Por qué Begoña, o, perdón, Begoña Oro me explica lo del halcón? ¿Es casualidad que sea un halcón y que Lucas se apellide Falcón y Oro aproveche la casualidad para que los compañeros de Clara hagan una broma? Podría haber sido un águila o un búho, pero es un halcón lo que choca contra Clara. Tal vez Oro me intente decir algo más, y creo que sí porque lo veo muy claro, creo que Begoña lo deja muy claro—.

En lo que se equivoca la señora Garralón es en su tono y en sus frívolas observaciones. Yo soy bloguero y sigo siendo, en parte, solo bloguero, porque me da pereza arreglarme para grabar. ¡Qué palo me daba peinarme y ponerme las lentillas cuando yo grababa los IMM (esos que ahora se llaman book-hauls)! Es más cómodo escribirte este comentario espanzurrado en mi silla con los pies sobre la cama y en pijama que vestirme y grabar un vídeo. Porque grabar un vídeo es como salir a la calla, es exponerte al mundo, tal vez menos que cuando escribes, porque cuando escribes te expones totalmente, pero cuando te expones al mundo te tienes que exponer estéticamente, con una imagen, no solo te defienden tus palabras, también tus pintas transmiten un mensaje; y esto es así, vivimos en una sociedad visual. E igual que te lavas el pelo para salir a la calle y te pones un jersey que te gusta, te lo lavas y te lo pones para grabar. Con esto, Garralón ha caído en esa verdad universal que no es verdad en absoluto de que la gente que se preocupa por su imagen no se preocupa por su mente. Pero esto tal vez no sea culpa de ella sino de lo que nos negamos a aprender: que las apariencias engañan, y mira que en Orgullo y prejuicio Austen lo deja claro, pero es igual de fácil hacer solo una lectura romántica de su libro que juzgar a alguien por su apariencia. Fácil y cómodo; pero es que eso de que "las apariencias engañan" es demasiado difícil de seguir, ¿de qué apariencias nos podemos fiar y de cuáles no? Perdón, me desvío.

Luego está el comentario de las sagas y de John Green..., que puede ser verdad o puede ser mentira eso de que todos leamos lo mismo, pero indirectamente con ello nos dice que no son libros buenos o que merezca la pena leer, y eso tampoco está bien (aunque de Green solo he leído Buscando a Alaska y, bueno, no estuvo mal, pero su mecanismo para tocar la fibra del lector, aparte de obvio desde las cinco primeras páginas, me pareció burdo, descarado, típico y no surtió efecto en mí porque lo calé inmediatamente, y si un autor va a jugar con mis emociones, mejor que yo no me dé cuenta, que me enfado, y si me doy cuenta, que sea con un recurso espectacular).

(y me queda un parrafito que ahora te escribo en otro comentario, que no me deja).

Matt dijo...

En lo demás..., tenemos que aceptar que no somos críticos (aunque yo a veces juegue a serlo, y juego mal, pero lo hago sin querer, tanto lo de jugar como lo de jugar mal), y eso no es malo, pero tenemos que aceptarlo, que lo que me parece a mí que ha causado tanto revuelo no es solo el tono y los comentarios inadecuados de la señora Garralón, sino esta verdad que se nos clava en nuestro ego. No lo somos (y este puede ser otro fallo en el artículo de Garralón: que cree que los booktubers se consideran como tal), y no serlo no es nada malo, solo recomendamos, y esto tampoco es malo. Pero creo que si lo aceptamos, podemos recomendar mejor y divertirnos más, que para eso hemos venido y estamos aquí.

Neikel dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, al igual que los booktubers los bloggers recibimos críticas a nuestras reseñas literarias, yo, personalmente no pretendo ser buena en esto, no analizo, no divido en secciones ni hago una reseña de profesional, leo un libro y digo si me gusta o no y por qué. Soy una chica normal de ciencias sin formación linguística que ama los libros y habla de ellos. Eso mismo son los booktubers, pero con videos.

Vero Dragonfly dijo...

BRAVO. Te aplaudo, Begoña, porque eres simplemente maravillosa.
Yo no estoy para nada de acuerdo con lo que esta persona dice.
En mi caso, antes que booktuber soy bloguera y lo seguiré siendo hasta que el cuerpo me lo pida y el tiempo me lo permita.
Cuando decidí crearme un blog lo hice para conocer a más personas que compartían una misma afición que yo: la lectura. Para conocer sus gustos, sus opiniones e incluso otros libros que de otra forma no hubiera conocido.
En ningún momento me he considerado una crítica ni una profesional, de hecho no cobro ningún dinero por lo que hago, lo hago porque me gusta y porque disfruto haciéndolo, igual que otra persona puede disfrutar hablando de recetas y compartiendo las suyas con otros millones de personas.

Agradezco muchísimo tus palabras dirigidas hacía todos nosotros. Creo que Ana Garralón debería informarse mucho mejor antes de hablar con tanta ironía sobre un tema que, en mi opinión, desconoce totalmente.

Un abrazo enorme, Begoña. Eres grande.

Anónimo dijo...

Ni soy bloguera, ni soy booktuber, soy una persona que cree en el respeto a los demás y en la libertad de cada uno para decidir lo que hacer. Es tan sencillo, Ana Garralón, como que, si nada de ello te gusta, no lo mires, no lo leas, pero respeta. Un poquito de humildad no nos viene mal a nadie.

La Oro dijo...

A menudo juego con mi hijo a una versión libérrima del piedra, papel o tijera en la que sacamos con gestos lo que nos da la gana, desde gafas hasta fuego y tenemos que justificar quién gana y por qué. Mi hijo es un usuario reincidente del rebotador, que devuelve lo que saca el contrario. Ganas me dan de sacar el rebotador para mandaros de vuelta las gracias y los corazones y los abrazos y los oles y los halagos ("la repanocha", me encanta). Amén de eso, agradezco mucho que en algunos comentarios hayáis aportado nuevos argumentos, marcos teóricos (gracias, Rusta) y algo de autocrítica (qué bien, Matt). Estoy segura de que todo esto ensancha el debate y, bien pensado, ha traído algo nuevo y bueno: el orgullo booktubero. Propongo el 13 de septiembre como día de su celebración. ;)
Lo dicho, rebotador ON: gracias, gracias, gracias.

Lualunera dijo...

Mil gracias por escribir esto, Begoña. MIL.

Unknown dijo...

Lecturas como esta te hacen el día. La literatura está tomando otras vías de expansión e Internet es, sin duda, su principal medio de promoción. No solo pienso como tú, sino que añado el dato de conocer personas que han empezado a leer gracias a los vídeos tan amenos que la comunidad booktuber hace. Es un logro.

Muchas Gracias :)

Kepa Osoro Iturbe dijo...

Estoy de cuerdo, en líneas generales, con Begoña, pues considero que su visión es más realista, más con los pies en el suelo, más desde el contacto directo con los jóvenes... y, sobre todo, mucho más respetuosa con los planteamientos, el modo de hacer y la idiosincrasia de los booktubers.

A veces sucede que quienes tenemos el privilegio de ser lectores apasionados -o críticos apasionados, o mediadores de lectura apasionados...- nos elevamos a un plano de soberbia desde el que los que no son tan puristas, `técnicamente preparados´, o públicamente reconocidos especialistas, se nos antojan `pobres analfabetillos brutos´ y esa es una de las principales potencias desmovilizadoras para todos aquellos que se acercan, con mayor o menor timidez e inseguridad, al mundo del libro.

A Ana le ha podido la pasión, de lectora y crítica, y le ha hecho barnizar su discurso -sin duda sin mala intención- con el cierto tufo fundamentalista de quien considera aquello de `¡Del rey abajo, ninguno!´, es decir, `¡del crítico sesudo abajo, ninguno!´. No todos tenemos la habilidad, capacidad y conocimientos para ser tan sesudos críticos como Ana, pero el booktuber no pretende investirse con la pátina del crítico culto sino del apasionado lector que comparte, que trata de contagiar, que busca traer a la lectura a otros porque lo que ha leído le llena de gozo, le enriquece, le conmueve.

No creo, como dice hoy Natalia Arroyo en Lectyo (http://kepaosoroiturbe.lectyo.com/#19036), que esto sea cosa de `dos formas diferentes de entender la lectura´, sino más bien de eliminar barreras entre los diversos niveles de lectores que algunos se empeñan en establecer para considerarse superiores a quienes no leen ni por sus objetivos sublimes ni con su digestión excelsa.

Aprendamos a aceptar que cada uno lee como quiere, lo quiere y con los objetivos que le interesen en cada momento; y que en esto de la lectura si no nos consideramos pares, es que estamos desvariando desde la vanidad y la soberbia.

La Oro dijo...

Lualunera, rebotador de gracias para ti. Aún recuerdo lo que nos reímos mi hijo y yo con vuestro vídeo de las gominolas asquerosas.
Maxi, muchas gracias por el dato. Conseguir nuevos lectores es taaan difícil que, en mi opinión, solo cabe agradecimiento para quienes lo consiguen: profes, booktubers, libreros, amigos, películas o pulpos.
Kepa, agradezco especialmente la difusión, tu comentario y el de Natalia. No sé. Quizá sí haya dos formas de entender esto de la LIJ, una que se inclina más por la I y la J, por los lectores (niños y jóvenes), y otra que se inclina más por la L, por la literatura. Ojalá no fuera así porque esto de tener que elegir entre una opción u otra de forma excluyente ya se ve que es un lío. Que se lo digan hoy a los escoceses.

Sandrus dijo...

Me uno a esta gran tanda de agradecimientos. Miles de gracias por tu apoyo. Yo soy blogger a secas, porque siento que me puedo desenvolver mejor escribiendo que contándolo a una cámara, puedo estructurar mejor mi reseña y añadir y quitar cosas a mi antojo. Es de agradecer que la gente lo entienda como tal y lo valore en su medida como lo has hecho tú.

Fue muy frustante leer el artículo de esta señora, realmente me pillé un cabreo tremendo, aunque es genial saber que en su mayoría la comunidad no está de acuerdo con ella (digo en su mayoría porque supongo que alguien habrá que opine como ella, pero yo no lo he encontrado).

Tanto los blogger como los booktuber compartimos simplemente el gusto por los libros y nos apoyamos y divertimos mutuamente. Hay quien tiene el hobbie de jugar a videojuegos, otros de hacer deporte y se está creando una tendencia a exponer nuestros gustos en la red a través de blos y vídeos. Esto no es más que eso, una manera de compartir una pasión.

Dedico muchas horas al día a leer a gente como yo, bloggers que hacen reseñas y secciones sobre los libros que le gustan, y me encantaría que esta mujer supiera que, aunque hay gente adulta, muchos son adolescentes, jóvenes que muchas veces no superan los catorce años y que ya sueñan con ser escritores, críticos literarios o trabajar en editoriales. Yo soy algo mayor, pero encontrar jóvenes con esas inquietudes y ganas hoy día es muy difícil, casi imposible. Son personas que llegarán lejos, o al menos lo intentarán y a las que debemos admirar. Hay otros muchos que están estudiando Filología Hispánica y otros científicos como Neykel jajajaja. Supongo que también habrá gente que no haga nada, el prototipo de "ni-ni", y otros sin demasiadas aspiraciones, pero de todo tiene que haber en este mundo y hay que saber valorar las cosas por lo que son realmente y no generalizar usando como base dos pautas absurdas y un cuadrante incorrecto.

Bueno, dejándome de royos, me alegro mucho de haber dado con esta entrada. Ha sido un placer disfrutarla. Desconocía tu blog, así que me quedo por aquí.

PD: ¡Me muero por leer Pomelo y Limón! Cuando lo lea te pasaré mi humilde reseña, aunque no sé si contará con la presencia del arte de la retórica xD.

Un saludo y gracias de nuevo.